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Sobre la nada hay un aro de luz violeta, desde dentro un punto verde claro va creciendo hasta que el violeta desaparece y un punto diminuto nace desde el centro. Desaparece del borde y aparece en el centro devorándolo todo una y otra vez.

Verde y violeta, verde y violeta. Dos colores frente a mis ojos se proyectan desde mi alma hasta la tela de mis párpados blancos, como si estuviera en el cine.

Pasan segundos, horas, segundos y horas; respectivamente, sucesivamente, progresivamente. Yo sigo viendo este baile circular infinito de luces que se devoran.

Sentada frente a mí una mujer alta y delgada, cuyo rostro con facciones pronunciadas y curiosamente cubistas, me mira de frente, de perfil, y desde arriba. Trata en vano de decirme algo que yo no logro escuchar. Solo al verla mover sus gruesos labios sin emitir sonido, caigo en cuenta del intenso ruido que cubre el lugar.
Un ruido amorfo, continuo, invariable, repetitivo, que de repente empieza a cobrar sentido, se vuelve bello e incomprensiblemente conmovedor, sin cambiar en absoluto. Todo era cuestión de que un tambor marque el tiempo.

-¿Qué pasó, por cuanto tiemo me dormí?
-Sientes como si hubieran pasado siglos ¿no?- me responde el tambor.

La inercia de estas horas me habla desde mis entrañas

Quise ver donde me encontraba, de donde venía la música, pero apenas conseguí marearme al descubrir que ni siquiera podía ver mi propio cuerpo.

-¡No soy más que un ser incorpóreo flotando en medio de la nada!- exclamé sin hablar.

-¡Trrtttuumm tra traak tr tr tr!- respondió el tambor.

Vi una pequeña oruga caminando sobre la rama de un árbol. Me tranquilizó el fijarme en el lento andar de este lepidóptero, en sus movimientos ondulantes y la serenidad lo pintó todo de verde oruga.

Y pasaron horas y segundos, etc...

Hasta que sentí algo así como un choque eléctrico que me sacudió por completo y no tardé en entender lo que acababa de pasar. Estaba sentado sobre una silla rota que me sostenía, inexplicablemente, en perfecto equilibrio, con solo una pata.


Me caí al piso de inmediato.

A mi derecha una luz amarilla me cegaba.

Me incorporé despacio y me oí decir:

Puta, perdón, me dormí.

Texto agregado el 07-08-2008, y leído por 117 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
09-08-2008 Que entendiste ? pabloantonio
 
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