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Capitulo 1

-¡MMM…! Que pesadilla…- Exclamó Ariel, empapado de sudor, tirado en la cama.
-Juro que nunca mas voy a tomar algo con estos tarados.- Se dijo a si mismo.
-Mejor me voy a desayunar.
Se levanto de la cama y comenzó a gritar:
-¡Che forros, levantense, que ya es tarde y tienen que ir a ensayar! Vamos, que les preparo el desayuno.
En eso se escuchan bostezos y quejidos, y se asoman los otros cuatro, muy lentamente.
-Che, Ariel, ¿a qué hora tenemos que tocar en ese cumpleaños de mierda?- Pregunto Martín rascándose las chascas-
-Me dijeron que tipo tres, así que tienen unas dos horas para practicar.- Respondió Ariel tomando un sorbo de café-
-Mmm…- Agregó Martín.
-Buen día- Dijeron casi al unísono Nahuel, Matías y Richard-
-MMM, ¡tostadas!- Dijo Matías, esbozando una sonrisa-
-Che, chavones, les tengo una noticia- Dijo Ariel al grupo hambriento- Ayer me llamó mi viejo y me dijo que nos compró una combi negra con el logo de Lithium Inc. Que les parece?
El grupo estalló en emoción.
-Me dijo que era mi regalo de cumple, así que ahora tenemos transporte.- Agregó Ariel lleno de emoción-
-¡Que bien! Ya no tengo que cargar con la batería para todos lados.- Exclamó Richard-
-Si, y ya no tenemos que llevar los instrumentos a mano.- Se contentó Nahuel.

La mañana pasó, y los ensayos salieron a full.
-Che, Ariel. Nos ayudas a cargar las cosas en la combi?- Preguntó Martín-
-Dale, pero apúrense que ya es medio tarde.- Dijo Ariel mirando su reloj.
Los muchachos cargaron las cosas en la combi y se dirigieron al cumpleaños. Resultó ser uno de quince, y la que los cumplía era muy bonita.
En eso entran al salón de la fiesta el grupo de sátrapas. Todos se quedaron estupefactos ante la belleza de la cumplañera.
-Che, mira eso…- Le dijo en voz baja Martín a Matías.
-Si, lastima que yo tenga novia, que sino…
-Bueno basta de boludear, y vamos a llevar las cosas- Dijo Richard ansioso por empezar.

El concierto estaba saliendo espectacular, y ninguno de los integrantes quería parar de tocar, pero al final tuvieron que terminar con un temon llamado Desesperación.
-Tomen chicos, acá está su pago- Dijo el padre de la cumplañera, dándoles doscientos cincuenta pesos- Muchas gracias por venir.
Los chicos se alegraron de al fin haber cobrado algo tras dos años de tocar juntos.

La noche pasó y a la mañana siguiente Ariel informó a la banda que mientras tocaban en el cumpleaños recibió una llamada:
-Si, me dijo que quería que tocaran en Madison Square mil trescientos cuarenta y cuatro, a seiscientos kilómetros de acá, en un pueblo llamado Silent Hill, y que nos iba a pagar cinco lucas.- Dijo Ariel estremeciéndose al pronunciar la dirección de aquel lugar.
-Copado- Dijo Nahuel, uniéndosele luego en el festejo Martín, Matías y Richard.
-Si, si, muy copado, pero les tengo que decir algo, chicos. Ayer tuve un sueño en el que iban supuestamente a tocar justo a esa dirección. Era una mansión vieja, y pasaban unas cosas que…
En ese momento un relámpago iluminó la cocina de la casa.
Todos quedaron en silencio, hasta que Richard dijo:
-Bah, me estas diciendo que pensas que nos va a pasar algo?- Preguntó Richard despreocupado por las palabras de Ariel-
-Es que es justo la dirección que soñ- -
-Pero deja de decir bolazos ya, que tenemos un trabajo, y encima cobramos cinco lucas- Interrumpió Matías.
-¡Pero es que es cierto, les digo! También soñé con la combi que me regalaba mi viejo, y esas cosas. La única diferencia es que Richard no estaba en el sueño- Dijo Ariel exaltado-
-Ah, forro, a mi me sacas de todo, siempre, No?- Preguntó ofendido Richard a Ariel-
-Pero no seas boludo; por algo debe ser…
El grupo permaneció en silencio un rato, y luego Nahuel rompió el silencio:
-Bueno, si no vamos, nunca vamos a saber si es verdad o no. No les parece?
Todos asintieron, menos Ariel, que no estaba cien por cien convencido, pero igual aceptó la idea.

El día, al igual que en el sueño de Ariel, estaba nublado, como a punto de caer un diluvio.
-Me voy a llamar a las chicas- Dijo Matías- Porque no nos vamos a ningún lado sin ellas, no?- Preguntó luego.
-No, obvio- Contestaron los sátrapas sentados a la mesa tomando licores de huevo y de frutas.
Habían arreglado todo para salir a las tres de la tarde. El día se volvía cada vez más oscuro, debido a las espesas nubes. Las chicas llegaron mientras la banda cargaba las cosas en la combi.
-Lindo día para dar un recital, no les parece?- Preguntó irónicamente Ariel, todavía convencido de que ese viaje era una mala idea.
Pero nadie le llevó el apunte, ya que pensaban que era absurdo que pudiera pasarles algo malo. Total era un sueño…


Capitulo 2


Al salir a la carretera, acompañado de las nubes, se levantó una niebla, tan espesa que casi se podía cortar con un cuchillo.
-¡Cómo me copa la niebla!- Exclamó Martín entusiasmado, mirando por la ventanilla.
Nadie le prestó atención. Ariel manejaba, y los demás apretaban con sus respectivas novias sentados en la parte de atrás.
La carretera, a diferencia del sueño de Ariel, era lisa y llevadera, aunque comenzaba a humedecerse, a causa de la niebla.
-A mi no- Respondió Ariel en un tono muy bajo luego de un rato.
Todos se quedaron mirándolo. Era extraño que respondiera de ese modo.
-¿Qué te pasa Ariel?- Preguntó Nahuel, separando su cara pocos milímetros de la de Laura.
-No, no es nada- Respondió Ariel con aire despreocupado.
A la mitad del camino, en el medio de la estepa, un ruido ensordecedor se escucha. La combi hace un trompo, y se detiene a pocos metros de la banquina.
-¿Qué mierda pasó?- Preguntó exaltado Matías.
-Se nos pinchó una goma- Respondió Ariel- Suerte que traigo una de repuesto.
-¡Uh, que mal!- Exclamó Nahuel- Esto nos va a hacer llegar re tarde.
Miró su reloj y se dio cuenta de que el display indicaba que tenía la hora clavada en las 6:66.
-Que raro- Dijo despreocupado- Se habrá roto por el golpe que le di al agarrarme para no caerme.
No le dio importancia.


-Listo- Dijo Ariel exhausto tras cambiar la rueda de la camioneta.
-Al fin- Exclamó Richard, subiéndose a la parte de atrás.
Todos lo siguieron, y emprendieron viaje nuevamente.
Ya había comenzado a llover fuerte, y en el parabrisas las gotas golpeaban como queriendo detener a la camioneta.
-¡Que lluvia del orto!- Pensó Ariel para sus adentros, mirando su reloj. Se asombró de ver que el display indicaba las 6:66.
Pensó lo mismo que Nahuel, y tampoco le dio importancia.


Luego de dos horas llegaron a la calle donde los habían citado. Había un tinglado de unos treinta por veinte metros.
-¡Ja! Viste que estabas equivocado Ariel. No es una mansión, es un tinglado.- Dijo alegremente Richard, sin darse cuenta de que estaban al principio de la calle.
-¿Por qué no mirás al cartel de la calle antes de hablar, gil?- Preguntó enojado Ariel.
Madison Square 0-100.
-Estamos a un kilómetro de la casa del viejo este.- Agregó luego Ariel.
-Tenés razón- Coincidió Richard.
Al transitar por la calle, se dieron cuenta que las últimas cuadras de la calle estaban sobre una colina que conducía a una inmensa mansión, inclusive más grande que la que Ariel había soñado.
-Al menos parece que hay una fiesta.- Dijo desilusionado Ariel, mientras recibía un golpe en la nuca; muy leve por cierto.
-Viste botón, que yo tenía razón. No va a pasar nada.- Reprochó Richard con aire de sabio- Vos ves muchas películas de terror…
De la mansión salían luces de todos colores. La lluvia acarreaba el suelo y hacía bastante barullo, pero dejaba oír música proveniente de la fiesta.
-Vamos a bajar todo, ¿quieren?- Preguntó Martín, abriendo la puerta y descendiendo rápidamente.
Todos estaban empapados, y no veían el momento de entrar para secarse.
-Ariel, andá a tocar la puerta para que nos abran- Ordenó Matías, susurrándole algo a Tamara.
Pum, pum. El ruido que hizo la puerta al ser golpeada por Ariel, tapó fácilmente la música que se oía.
La puerta se abrió luego de unos minutos.
-Al fin- Dijo Nahuel empapado, y muerto de frío al mismo tiempo. Ya estaba cansado de mojarse frente a esa gigantesca puerta.
Un mayordomo, que parecía de una familia bastante rica, apareció por detrás de la puerta, pegándole un susto a más de uno.
-Los estabamos esperando- Dijo amablemente- Pasen por favor.


Capitulo 3


El mayordomo los condujo a través de un corredor que parecía interminable.
-Espero que el concierto nos salga bien- Exclamó Martín, angustiado.
El corredor se hacía cada vez mas largo, hasta que por fin llegaron a una puerta doble, de un color marrón oscuro, y que, a la vista, parecía bastante pesada. El mayordomo se detuvo.
-Aquí es- Dijo con un tono incluso más amable que cuando les abrió la puerta, lo que hizo que el grupo se inquietara.
-¡Bueno! ¡Al fin llegamos al lugar!- Gritó Matías, esforzando su vos debido a la fuerte música que se escuchaba del otro lado de la puerta.
Todos los chicos soltaron los equipos y los pusieron en el suelo. El trecho caminado los había agotado.
-Pueden tomarse el tiempo que necesiten- Dijo el mayordomo, con una amplia sonrisa, algo extraña- Avísenme cuando estén listos.
A ninguno de los chicos le gustó ese gesto, pero no le dieron importancia.
-Por casualidad, ¿alguien sabe que hora es?- Preguntó Richard despreocupado.
-Si. Ya te digo- Respondió Nahuel, al tiempo que miraba su reloj, y se acordó que se había roto, e indicaba las 6:66- Este…, me parece que no- Agregó luego.
-¿Por qué?- Preguntó Richard extrañado por la respuesta de Nahuel.
-Es que se me rompió el reloj. Marca las seis y sesenta y seis.
-¡Que raro! Dijo Ariel- Mi reloj está igual- agregó confundido.
Un rayo pareció romper el cielo al pronunciar Ariel estas palabras. La lluvia acarreaba con una fuerza tremenda en el techo, que se escuchaba a pesar de lo fuerte que estaba la música.
Pasaron unos cuantos minutos, y la banda estaba lista para llevar los instrumentos y equipos a la sala donde tocarían.
-¡Garçón!- Gritó Matías al mayordomo- Estamos listos. ¿Nos abrís?
El mayordomo se acercó, ajeno a la forma en como había sido llamado, y abrió la puerta. Detrás había un salón enorme, con dos escaleras curvas a los costados de la “pista de baile”. Encima del escenario, que se encontraba al fondo del recinto, había un “balcón” comunicado por las dos escaleras. Estaba lleno de gente bailando, tomando, vomitando, en fin, parecía Grisú, pero más grande.
-¡A la mierda!- Exclamaron los muchachos casi al mismo tiempo.
Los chicos caminaron entre la gente, que se asombraba de verlos, y los alababan al mismo tiempo.
-Che, por qué nos alaban tanto- Preguntó como pudo Martín a Ariel- No nos conoce casi nadie…
-No tengo la menor idea- Respondió igualmente extrañado Ariel.
Subieron todos los equipos al escenario y comenzaron a conectar todo. Cuando hubieron acabado y estuvieron listos para tocar, la música desapareció lentamente, al asombro de la banda.
-¡Buenas Noches!- Gritó Matías aprovechando el momento de silencio, al tiempo que la multitud rompía en aplausos.
-¡Esto es Lithium INC!- El lugar parecía caerse entre la lluvia, los truenos y los aplausos.
-¡Vamos a comenzar con un tema llamado Guitarra De Diamantes!
La banda tomó confianza rápidamente debido a que todo el mundo parecía conocer los temas, casi de memoria.
Continuaron tocando durante unas tres horas, y el público no se cansaba.
En el medio de “Desesperación” cayó un rayo tremendo, que iluminó todo, y al instante se extinguió. El lugar quedó en total oscuridad y sin electricidad.
-¿Qué pasó ahora?- Preguntó Richard a Martín, que estaba parado frente a su batería.
La lluvia seguía, pero el bullicio de la gente había desaparecido.
-¡Ariel! ¡¿Me escuchás?!- Gritó Matías parado en el medio del escenario, dejando su guitarra en el soporte.
-¡Sí!- Se oyó al otro lado de la habitación.
-¡No sé que mierda pasó, pero si podés sacá la linterna de mi mochila y vení con las chicas.
Una tenue luz iluminó el lugar, revelando que estaba completamente vacío, lleno de telarañas, y todos los muebles estaban cubiertos de sábanas, y llenos de polvo.
-Yo les dije que era una mala idea venir, pero no me dieron bola…- Repetía una y otra vez Ariel, ayudando a las chicas a subir al escenario.
Se reunieron todos juntos, como pudieron. Las chicas estaban aterradas.
-¡No tenemos que tener miedo! ¡Es mejor si nos controlamos!- Decía Matías al grupo, ayudándolos un poco.
-No sé que habrá pasado, pero yo me estoy meando- Reprochó Nahuel, haciendo enojar al grupo.
-No podés decir esas cosas ahora Nahuel- Respondió de mala gana Richard- Estamos en el medio de un quilombo ¿y vos tenes ganas de mear? Callate mejor, ¿sí?
Nahuel no hizo caso al comentario. Se levantó y se fue, en el medio de la oscuridad. Nadie dijo nada; sólo lo dejaron ir.
Minutos después un grito ensordecedor invadió el lugar. Todos se dieron cuenta de que era Nahuel el que gritaba.
-¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme!- Se escuchaba entre ahogos de sangre que seguramente estaba tragando.
-¡Ayúdenme! ¡Ahhh! ¡Ayú…!
Los gritos cesaron. Los chicos estaban conmocionados por el hecho que acababa de ocurrir, e instantáneamente se echaron a correr hacia la salida, pero estaba bloqueada. La puerta estaba destinada a no abrir.


Capítulo 4

Ariel se había olvidado la linterna sobre el escenario, así que el lugar estaba en una oscuridad casi extrema. Nadie se movió después de haber intentado abrir la puerta. Estaban todos juntos.
-¡Quién nos habrá mandado a venir a este lugar de mierda!- Susurró Ariel, casi al borde del llanto.
-¡SHH!- Se escuchó de repente al otro lado de la habitación.
-¡¿Quién es?!- Preguntó Richard, con voz de macho.
-¿Cómo quién es?- Se escuchó suavemente. Era la voz de Nahuel, pero había algo extraño en su tono- ¿no me reconocen?
De repente se iluminó el lugar por un rayo, revelando la silueta deformada de Nahuel. Tenía colgando su brazo, y su abdomen estaba destrozado de costado, pero estaba en pie como si no hubiera pasado nada. Al presenciar este evento las chicas comenzaron a gritar despavoridas.
-¿Qué te pasó Nahuel?- Preguntó Matías aterrorizado.
-No me pasó nada, ¿de qué hablas?- Respondió Nahuel con una sonrisa aterradora, apenas visible en la oscuridad.
Las chicas gritaban cada vez más fuerte.
-¡Cállense!- Gritó Martín exaltado. –Nahuel, estás desangran…
No habiendo terminado con su frase, Nahuel se abalanzó contra Martín.
-¡Hacete a un lado Martín!- Gritaron Richard y Matías, al tiempo que sacaban unas espadas de estatuas que habían paradas a los extremos del salón.
Los dos se tiraron encima de Nahuel, terminando de descuartizarlo.
-¿Estas bien?- Preguntó Matías agitado por el esfuerzo.
-Si. No alcanzó a morderme el puto.
-¿Qué mierda habrá pasado con este?- Exclamó Richard mirando en la penumbra los restos de Nahuel.
No recibió respuesta.
-M, mejor intentemos irnos de acá. –Titubeó Ariel.
-Si, mejor, antes de que pase algo más. –Coincidió Matías.
…Nunca…no se van a ir…vivos
Se escuchó una voz muy grave y lejana, con un eco aterrador.
-¡La mocha! ¡Yo ni en pedo me quedo acá!- Exclamó Matías.
En eso se escucha un vidrio que se rompe.
-¡Vamos! ¡Corran!- Gritó Ariel desesperado por salir de ese lugar.
Todos corrieron fuera de la mansión, apareciendo a unos cien metros de la combi.
-¡Vamoooosss!- Gritó aún mas fuerte Ariel, corriendo como loco.
Los demás lo siguieron intentando alcanzarlo. Al llegar a la combi, se subieron lo más rápido que pudieron.
En ese instante se escuchó una explosión tremenda, proveniente de la mansión. Esta había comenzado a hundirse, arrastrando el suelo consigo.
-¡Arrancá pedazo de mierda!- Gritaba Ariel desesperado.
-¡Dale!- Gritó Martín igualmente desesperado que Ariel.
-¡Move el culo boludo, que el suelo se hunde!- Agregó Matías.
El suelo se caía como agua, y estaba alcanzando a la combi.
-¡Hago lo que puedo, pajero!- Respondió Ariel.
En eso se escucha el motor que arranca, justo cuando una rueda de la combi queda en el aire. Aceleró a fondo, y la mansión quedó atrás, con el recuerdo de una velada aterradora y la pérdida de un amigo. En el medio de la ruta se escucha el ringtone del celular de Ariel. Lo sacó de inmediato de su campera y atendió.
-¿Hola?
Se hizo un minuto de silencio. Por fin Ariel respondió:
-Un tipo quiere que vayamos a tocar a su casa.

Texto agregado el 06-08-2008, y leído por 96 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
06-08-2008 mejor está el dj paul van dyk yakus
 
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