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Caminaba por las sucias y solitarias calles ya de noche, yo solo con mis pensamientos, mis únicos acompañantes, me detuve un momento en la tenue luz de un farol, me agarre de el de modo que parecía que me estaba desfalleciendo y en ese momento la vi pasar a ella, a la mujer del largo vestido blanco que cuidadosamente se tapaba con su reboso del mismo color.
Trate de hablarle pero mis palabras quedaron detenidas sin ninguna explicación, un frio escalofriante recorrió mi cuerpo al momento en que ella paso justo a mi lado, solo me vasto verla para quedar hipnotizado ante tal hermosura. Siguió derecho sin detenerse y con un andar tan grácil que mi vista se aparto un momento de la realidad, hasta que ella dio vuelta en un callejón de esos donde los jóvenes se ponen los ojos rojos con la verde, y como un andante caballero me arme de valor para seguirla, me quede sorprendido al ver que el callejón estaba totalmente vacío, frustrado decidí recorrer el callejón para encontrar alguna pista sobre la misteriosa dama de blanco, para mi suerte no obtuve nada, con la cabeza baja camine hasta una vecindad, me detuve al contemplar que no había salida. Cansado y triste me senté en la escalera de ladrillo, mis pensamientos me alcanzaron y de nuevo solo ellos eran mi compañía. Me quede observando las flores rojas de la pequeña maceta del peldaño donde yo me encontraba sentado, y como un fantasma paso la mujer por un lado de la escalera, sin perder tiempo me puse en marcha para alcanzarla, pero esta caminaba tan aprisa que parecía que corría, trate de dar los pasos más sutiles para alcanzarla pero sin que esta se asustara, pero fue en vano se desvaneció a lo lejos como un increíble espejismo, seguí la calle derecho hasta encontrarme con un café abierto al fondo de un callejón , con mi mente aun ausente mi cuerpo fue el que me dirigió hacia el establecimiento, entre y me quede cautivado por el ambiente tan bohemio del lugar, totalmente relajado me recargue en la pared y cerré los ojos, un movimiento en mi mano hizo que saliera del trance en el que me encontraba, al abrir los ojos ahí estaba ella, la dama de blanco agarrando mi mano con suavidad, me quede sin poder hablar, solo nuestros ojos eran los que se comunicaban, dirigió mi mano hasta su tersa piel, por sus labios y su cuello, aparto mi mano suavemente y la coloco en su cintura, me agarro con su delicada mano por detrás de mi cabeza, haciendo que nuestros labios jugaran a tocarse y desapartarse hasta que el juego culmino en un suave y largo beso al compas de la bohemia música que funcionaba como fondo ante aquel suceso.
Abrí los ojos y quede cautivado por su tierna sonrisa, suspiro y como el humo entre el viento se desvaneció de mis manos, salió a toda prisa y yo detrás de ella, en medio del callejón se encontraba la mujer de blanco caminando lentamente mientras desaparecía en la luz del farol.

Texto agregado el 05-08-2008, y leído por 694 visitantes. (0 votos)


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