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Inicio / Cuenteros Locales / adngonzalez2 / MALAKAI Y LA GACELA

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A lo lejos divisé el Muro de Piedra del que me habló mi padre, el Gran Jefe Tribal. Empecé a escalarlo y a pocos metros de llegar al final del camino una voz empieza a decirme que no siga si es que aprecio mi vida. Miré hacia arriba y vi una preciosa gacela, seguí subiendo. La gacela desapareció, momentáneamente.

Una vez que terminé de escalar el muro y me puse en pie, la gacela estaba ahí, mirándome extrañamente. –“No sigas adelante, te lo prohíbo”- me dijo una voz que salía de la gacela. Había escuchado de la boca del antiguo jefe tribal, mi abuelo, que decía que los animales hablaban a las personas cuando lo necesitaban pero siempre pensé que eran cuentos de antaño, al punto que no creí que fuera verdad.

-“¿Eres idiota o que? Te dije que te fueras, te prohíbo que sigas adelante”- insistió la voz. –“¿Tú me estás hablando?”- le dije a la gacela, señalándola con mi dedo. Ella afirmó con la cabeza. Creí soñar, estar dentro de uno de los cuentos de mi abuelo. Seguí mi camino. La gacela, de un gran salto se puso en el camino y bajo su cabeza, mostrándome sus cuernos. –“Muy bien, te creo. ¿Por qué no quieres que prosiga?”- le dije, mordiéndome la vergüenza de hablar con un animal.

-“Los humanos tienen prohibido entrar al Bosque Seco del Norte, por esa razón”- me dijo la gacela. –“¿Cómo que tenemos prohibido? Nunca escuché que nosotros no pudiéramos ir a algún lugar de la tierra. Estás loca”.

Nunca pensé que una gacela pudiera molestarse como lo hizo ella, bueno, él. –“! No soy hembra, soy macho! ¡Todos los seres humanos son iguales!”- se dijo a sí mismo – “Escucha y obedece: si entras en esos bosques no podrás salir jamás, su extensión es tan amplia que te demorarías más de dos meses para salir, por que además es un gran laberinto de plantas secas, que más es lo que te sacarán heridas que de ahí mismo. ¡Por eso tienes prohibido! ¡No sobrevivirías!- me dijo con una cólera poco vista en un animal tan hermoso como pacífico.

- “Esuchame ahora tu gacela: no evitarás que llegue al Bosque Seco del Norte y que salga de ahí por que debo hacerlo para encontrar al dragón blanco y llevar una pluma de su cuerpo para hacer una pócima para mi padre, que está muriendo por el veneno lanzado por un enemigo de mi pueblo. ¡Me ayudas o te alejas!”- le dije con nada de paciencia.

- “Soy Gacela pero no soy tonto, veo que estás muy decido a llegar al Bosque Seco del Norte. No creo que logre convencerte de lo contrario pero espero convencerte para enseñarte algo que podrás necesitar en el futuro, tanto para el dragón como el futuro posterior a eso: agilidad, pensar las cosas antes que tu oponente.

No podía decirle nada, no por gratitud, sino por que no pensé que me aceptara lo que le dije, además de aquello de necesitar la agilidad para mi futuro posterior a conseguir la pluma del dragón blanco. – “¿Conoces al dragón blanco?”- fue lo único que atiné a preguntarle. Me dijo que sí. – “No lo conozco en persona pero sí sé bastante de él, por los comentarios que han llegado a mis oídos y sé que es muy ágil, igual que cualquier enemigo. Ven conmigo”- me dijo mientras se volteaba y se digiría hacia un pequeño cúmulo de piedras con una pequeña entrada.

“¿A dònde vamos?”- le pregunté. –“A enseñarte algo de agilidad, te demoraste mucho en escalar el Muro de Piedra”- me respondió sin dar vuelta a su cabeza.

Texto agregado el 05-08-2008, y leído por 174 visitantes. (0 votos)


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