Comienzo a acostumbrarme a ti.
Algo extraño me llama desde lejos:
Parecen ser tus brazos abiertos a distancia,
en un lejano país de vida feliz
en que el sol con su constancia
derrite la nieve y rompe las peñas,
empujándolas hacia el valle
cristalizadas en gotas pequeñas,
mientras hace que los llantos callen.
Adivino algo en mi pensamiento,
pero no me atrevo a confesármelo.
Sí, sólo parece ser el viento
el que me llega por las venas,
y aflorar en mi mirada siento
como invisibles cadenas
de alma, deseos y vida nueva,
sin penas, llanto ni sufrimiento.
¿Vida nueva, pero que es eso
si día a día la vida me quema?.
Ah, pero no, si también me llena
de alegría, y hoy una hoguera
que se enciende poco a poco
como el sol que derritiera
la nieve en aquel país lejano
y donde las rocas se partieran
en cristales de aguas puras
para regar las hierbas buenas.
Me voy hacia ti,
como el ave al anochecer
va en busca de su nido.
Me voy llevándote en mí
la busca de algo perdido,
que quiero encontrar en ti,
en los dos,
sin barreras ni cinismos
y ver florecer algo nuevo,
transponiendo el abismo
para llegar al mundo sincero
por el cual me desespero.
Déjame llevarte conmigo
al mundo de mis sueños,
verás que el amor va contigo:
Podrás caminar sobre una melodía
y volver traída por el trueno,
en un tren de espuma disuelta en verso
bordada de fantasía,
para respirar la filosofía
que tiene un ave fabulosa
que trina melancolía.
Si quieres tendrá una nube
para vestirte con ella,
o para forjarte una sábana blanca
en que mis brazos hayan de arrullarte
mientras mi alma canta
y mientras la tuya también cante.
20.09.76
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