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Revelada la luz del día
y renegadas las sombras nocturnas,
me quedé en nada pensando,
en una nada moribunda.
Me dijieron que no estaba
y cuando dejé caer la cortina
que cubriera los cristales,
que en mis ojos se derretían,
sentí que dentro de mí los trigales
en espinas florecían.
Que ya no estaba me contaron
y que volver no quería,
que hacía días se había marchado.
Y cuando la cortina sobre mí caía,
sentí que dentro de mí los trigales,
por florecer espinas se morían.
Se reveló la luz del día
y las sombras se renegaron.
Envuelto en anda me sentía,
mi hermana se había marchado.
Que no volvería, pensaba,
y en mi mente se abría
la ventana del recuerdo, recordaba:
la niñez en que había
tan solo ganas de jugar y vivir,
y en nada más se pensaba.
Los sueños que siempre tuvimos,
y cuando el peine del viento
el agua de los charcos encrespaba,
con un silbido de lamento
a través de la ventana,
allá en un lugar de sufrimiento.
Con la luz del día revelada
y las sombras renegadas,
en mi casa un lugar vacío
y una cama desocupada
22.09.76.
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Texto agregado el 27-04-2004, y leído por 203
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