La penumbra entraba a ratos por las cortinas que se mecían a causa del viento, la luz de la luna daba de lleno a las paredes descarnadas solo revestían su desnudez unos cuantos cuadros de hace mas de uno siglo con sendos corchos de mugre en ellos, la habitación en penumbras iluminada solo por el resto de luz lunar y una lámpara de kerosene lanzaban tenues y fantasmagóricas sombras detrás del sillón donde yo me adormilaba leyendo un desvencijado libro de no se que ciencia de la mente y la razón.
Cabeceando medio dormido y con recuerdos de tiempos que por así llamarlos felices me entraba la mente, entonces su vivida imagen apareció de golpe despertando de mi amodorramiento, el libro resbalo al suelo, mi mente se extraño recupere el aliento por momentos ido y evoque el sueño o recuerdo no se exactamente que fue; si mi mente fue a parar en la memoria de mi amada María ya llamada por el superno hacia ya muchos años. Aun recuerdo nuestro primer encuentro; tendría para entonces 23 años y ella 17 años era una niña aun pero el aire que traspasaba era de una mujer hecha y derecha, paseaba yo por el parque al lado de la iglesia que se levantaba presuntuosa con el distinto arte gótico; cuando cruce la vista con ella solana me miro escrutadoramente, era entonces lo que soy ahora enjuto flaco y desgravado pero con energía suficiente. Oh aquel primer encuentro, aquella primera vista y sensación del locura en mi mente, pase de largo pero la seguí con la vista hasta perderse al doblar una esquina. En mi memoria aun conservo ese rastro de perfume que en ese momento me hizo sublime y poderoso………
Caí en letargo de nuevo, las fantasías llegaron a mi mente y me levaron sitos de horror, su muerte me consumía lentamente llega a pensar suicidarme, su recuerdo, espíritu me siguió hasta el fin; encontrándome yo en aquel parque ciprés de los arboles sus hojas caían al suelo mi amino también por el suelo con su muerte la vida siempre dura par todos los mortales, ella la muerte arrogante y seductora pasase por mi rostro sonriéndome burlona……….
Los recuerdos, los dolorosos caían en mis con lluvias presurosa, mitigando todo mi orgullo, mi corazón vacio de amor.
Atormentado en mi sillón por estos recuerdos o desvaría siento lánguida mi vida consumada en el alcohol y el opio, enfermo de de razón en ese depreciable encierro de mi cuarto ya en penumbras de noche donde el demonio regente