Tengo que mirar al rededor mío para entenderme, aunque en esto no hay ciencia que valga, la desesperación es la consecuencia primera.
¿Y si hoy me parara en frente tuyo para pedirte una explicación? ¿Qué te diría? En el fondo tengo esa imagen, mis ojos como un cuadro pintado con témperas oscuras y rojas, intentando no sangrar, que por lo menos vos no me veas. Por dentro mordiéndome los labios para decirte lo que me duele disfrazado de enojo, mordiéndome para no correr con ellos directo a tu boca. Y como si el tiempo se fuera a detener, tendríamos horas en esa discusión.
No sé si le tengo miedo, angustia o simplemente deleito viéndome desmenuzar mis nervios tratando de tener paso firme cuando te dedicás a saltar sobre mi pecho en llagas. De todas formas, hasta es gracioso como invento esquemas y mapas para entenderte, mientras vos te olvidás que tallaste tu nombre en mis huesos. Y te metés en tu piscina de humo y te quedás ahí para siempre, la cantidad justa de tiempo, duración de la eternidad vacía de algunos días.
Llegado este punto, no sé si me asusta la variedad con que carga tu respuesta o si simplemente me hace falta saber de vos. Dejame estar tranquila en el vacío de pasar los días en un mundo en el que existís gracias a mi pensamiento. Quiero extirparte de mí y de todo lo que me rodea, dejar de nombrarte con las manos y los ojos.