Hoima escuchó ruido en el exterior de la casa donde vivía con su familia, aquella madrugada. Un grupo de más de veinte hombres armados, entraron en la vivienda y separaron a las mujeres de los hombres; su padre y hermanos fueron sacados al exterior y tiroteados junto al pequeño huerto familiar, su hermana y su madre violadas y asesinadas ante sus ojos por una turba de hombres poseídos por el alcohol y la guerra. A ella, una niña de apenas 8 años la secuestraron para ser utilizada como esclava en un destacamento rebelde cerca de la frontera Ugandesa. Hoima recordó aquel viejo cuento que le contó la madre Dominique en la misión católica, y para recordar el camino de su aldea cogió un puñado de piedras que fue soltando desde lo alto del camión militar hasta que se terminaron unos kilómetros después.
La vida de Hoima, junto a otras 5 niñas secuestradas en su misma aldea se convirtió en un pequeño infierno cotidiano, cocinaba, lavaba la ropa de más de 200 hombres, limpiaba los fusiles, cargaba cajas de munición en las largas marchas… otros niños de más edad eran instruidos en el manejo de las armas y tras ser sometidos a una programación para matar, convertidos en bestias asesinas. Cual absurda cenicienta intentó por todos los medios encontrar ese hada madrina que convirtiera aquellas calabazas que los hombres traían a veces requisadas de pequeños campesinos, en carrozas, y las ratas del almacén de provisiones en caballos que la sacaran de allí, pero toda esperanza era en vano, nunca acudió en su ayuda ningún príncipe, y los largos años iban transcurriendo en aquel cochambroso campamento; solo el recuerdo de los cuentos de Sor Dominique le abstraía de tanta miseria y dolor.
Una noche después de beberse unas cajas de whisky que habían robado en el poblado, un grupo de hombres y muchachos la emborracharon y se la llevaron a un bosque cercano, fue violada por todos ellos y golpeada de forma brutal hasta morir; acababa de cumplir 12 años.
De pronto se vio flotando en el cielo, y recordó aquellas palabras que Peter Pan le dirigió a Wendy
.- Piensa cosas maravillosas y ellas te elevarán por el aire.
Y escapó. Escapó volando dejando atrás aquel cuerpo de niña mancillado, roto por la desesperación y por el trabajo. Olvidó aquellas bestias que minutos antes habían saciado sus instintos con ella, y con una sonrisa, de la mano de su vieja profesora Sor Dominique, acompañada de Peter Pan, Wendy, campanilla y la pandilla de los niños perdidos , puso rumbo hacía el país de nunca jamás. |