La última vez que escribí un poema. Había luz inundándome el alma, la soledad colgaba redentora y sumisa de un poro de la luna. Su timidez se diluía en el azul de la noche; simplemente pasaba desapercibida.

La última vez que escribí un poema, esta maza cardiaca se erguía indómita sepultando el pasado en la tormenta desatada por su pasión impetuosa, sofocando en su sístole y diástole la canción triste de la desventura.

La última vez que escribí un poema, las alas de mi osadía desafiaban al viento, ese viento que suele soplar en contra de los sueños. Alado, seguro, guerrero de fuego, asumí la verdad de gritar “te quiero” y le di a tu nombre una melodía para hacerlo un himno de amor, que enciende en su chispa mi hoguera de fuego.

La última vez que escribí un poema. Desgarré en mis manos un dolor añejo, que venia punzando y quemando mi ruta, con filos que hieren de melancolía y envenenan todos lo recuerdos buenos para que el martirio de recordar duela tan profundo y fuerte como el mismo miedo

La última vez que escribí un poema. Profané el cráter de la prosa alegre. Se incendió la noche con pasión tan viva, que no hicieron falta estrellas ni luceros y parecía diurna el aura de la luna.

Hoy…. a tanto tiempo de esa ultima vez. Intentando acaso indómitos vuelos, Buscando aquel himno que me poseía, revolviendo el cráter del cielo hasta el suelo. Intento un poema y escribo sin rima y Solo consigo esta melancolía….Ever/

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