Me levanté temprano para ir al ensayo de una escena que estoy musicalizando para la clase de actuación de sebas . Con mi guitarra intento, en vano, crear ambiente, generar impulsos, complementar sensaciones acordes a las circunstancias, imprimir dinámica y ritmo a la actuación o sutilmente acompañar los momentos estáticos. No me importa decir que los mejores momentos de la escena ensayada hoy, fueron aquellos en los que yo, por pura convicción y orgullo decidí callarme. No me importa, termina el ensayo y me vuelvo tan condescendiente y neutral que la posibilidad de aporte y mejora se anula entre grises y diálogos cotidianos. En fin, eso no me importa.
Caminando de vuelta a casa un vagabundo me hace señas queriendo llamar mi atención, yo le respondo con un gesto de “¿que quiere?”, me sonríe y rasguea una guitarra en el aire, yo le devuelvo la sonrisa levanto un poco el estuche que llevaba en mi mano y asiento ampliamente con la cabeza; todo esto sin detener mi caminar. Ya cuando hube dejado atrás al tipo, escucho que intenta decir algo pero no me animo a voltear, me conformo con imaginarme cómo se va bailando con su guitarra de aire y cantando sin melodía una canción cuya letra es un balbuceo.
Al volver a la casa todos siguen durmiendo así que me llevo la portátil a la cocina, enciendo los parlantes y pongo el disco de una antigua banda de rock mexicano a la cual nunca escuché. Aunque siempre supe de su existencia y seguramente los habré escuchado en la radio o en la calle, esta la primera vez que oigo sus canciones con detenimiento.
Y me pasa lo de siempre, estando por la mitad del tercer tema me entran ganas de adelantar a la próxima canción, como para resumir, como para ahorrarme estos minutos de aprehensión e interiorizar el conocimiento a priori. Antes si la música que oía me gustaba, así como me gusta lo que escucho ahora, podía quedarme horas repitiendo el disco y al siguiente día buscaba otro y cada vez me llenaba más, hasta que tenía que vaciarme componiendo una obra y así se cerraba y empezaba de nuevo un ciclo hermoso, eje de mi vida.
Y ahora me pasa algo que nunca había pasado antes; no quiero dejar de escribir, pero no se qué quiero decir, y si sé, no sé como. Tal vez me gustaría conjeturar sobre algo así como la razón por la que ya no me dejo invadir por nueva música; o indagar, por ejemplo, sobre el conflicto que me creo cuando el ansia constante que cargo no me deja ni siquiera concentrarme para encontrar la palabra que debería definir lo que quise decir en este párrafo. Exacto.
Entonces lo que hago es subir el volumen, dejar sonar cada canción completa y, por el contrario... |