DOS DE AGOSTO. DÍA DE MI SANTO.
MUNDO DUAL,
MEDIODÍA EN EL PARQUE


1)

Se eleva y desciende la marea
de este mundo polar
que es mitad vergel, mitad desierto.

Por más que de pronto
todo lo domine la belleza.

Quieren sortear mis ojos
el rigor de los calcinados pinos.
Sinuosos e inclinados andan sus troncos
pues según dijo mi padre
hay en su lecho demasiada mezcla
de tierra y de cascote.

Es mediodía de agosto
cuando me cubre el frescor
del cielo entretejido de los plátanos.
El verde camuflaje de su hilera de troncos
decora el aire que inhalo.

Umbría y sequedad pueblan mis ojos,
mitades de espejos nutricios
que difunden el ancho ahora.


Me niego a elegir. Me quedo todo.

No estoy sola en este mediodía.
Suena un piar de tráfico y gorriones.

Acepto ese recodo de marchito ladrillo
y su raro desorden
de ventanas y tejados.

Estoy de suerte, hoy no escojo.
Percibo una realidad extraña.

Percibo que éste es mi regalo.



2)

Hay un suelo de sol y sombra
diseñado en hojas de plátanos.
Ha venido a posarse en él
la gris paloma del Espíritu.

Quieto sobre quieto se expande el tesoro.
Golpea en quietud el balanceo
pendular
de los objetos del tiempo.
Su lento roce pare y pule lo creado.

Templados laten mis pulsos
en esta hora de agosto,
en este día de meridio
de Todos los Ángeles,

Se difunde una brisa leve
de intenso ahora
donde resulta tocada la Tierra
por este Reino de los Cielos.



Ángeles Yagüe