Era una mañana de otoño
y el frío que hacía
casi calaba los huesos,
porque la nieve allá arriba
en la cordillera y los cerros
desde lejos se veía.

La ciudad estaba tranquila,
ya casi no llovía,
y las pocas gotas de lluvia
que aún caían
en los charcos de la calle
y en la calzada se perdían.

Vagaba triste y sin rumbo,
las casas me contemplaban,
entre penas daba tumbos
y sentía como mi alma lloraba.

Y un recuerdo latente
me destrozaba la mente,
me producía dolor
y sentía envidia de la gente
que pasaban llanas e ignorando,
sin saber del dolor ajeno
y del recuerdo que me estaba matando,
sin sentir lo que sentía,
la vida yo estaba odiando.

Hubiese querido irme lejos,
sin tener que volver diciendo
de todo yo me arrepiento,
he sido un tonto eso es todo,
basta ya no quiero seguir sufriendo.

Pero al darme cuenta
sólo aquí me encuentro
escribiendo mis tristezas
y con una recuerdo adentro.
30.05.75