20. GERMÉLION
Durante todo el día caminaron en silencio junto al río hasta que David sugirió parar a descansar. María no quería dormir. Si ella dormía, Regeos ocuparía sus horas de sueño para evitar que hiciera algo de lo que se pudiera arrepentir. María notó de pronto como una mano le tocaba el hombro, era David, y con gestos le decía que se fuera con él. Los dos se alejaron dejando a Miranda durmiendo.
-¿Se puede saber qué te pasa conmigo? - dijo David
-¿Qué me estás diciendo? ¡Eres tú quien estaba conspirando contra nosotras! – le acusó María
-Así que nos estabas espiando
-Mira quién habla, el que nos persigue desde a saber donde sin quitarnos ojo de encima
-Pero tú viniste a mi encuentro - dijo David confiado
-Buscaba algo…
-¿Algo o a alguien?
-A quien yo buscara no es de tu incumbencia – gritó María - ¿quién eres tú?
-Soy un Germ - dijo David
-¿Un Ger?
-No, un Germ, ¿no has oído hablar de nosotros?
-No, no sé lo que es
-Una vez llegues a Germélion lo entenderás mejor, pero te lo intentaré explicar. – dijo con calma David - Los Germ antaño éramos humanos. Quisimos tener todo el poder del mundo en nuestras manos, luchar contra los dioses… pero no lo conseguimos. Los dioses vencieron y nos castigaron a vagar solos por el universo, sin la compañía de nadie, tapados con esta túnica que es nuestra cárcel para que no se nos vea el rostro ni el cuerpo, nuestras acciones son limitadas, no tenemos libertad. Podemos estar juntos entre nosotros, pero no podemos ser sociales entre los Germ
-Entonces, sois…
-…violentos, asesinos, nigromantes, violadores, codiciosos, semidioses… depende de a quién de nosotros te refieras… - dijo David
-Me refiero a ti - dijo María
-Digamos que en una época llegué a ser más poderoso que los propios dioses… - dijo David lleno de melancolía - pero no quiero hablar de eso
-¿Y por estar solo tienes que espiarnos?
-Mira, los Germ somos seres muy poderosos, y este tipo de poder requiere unas obligaciones. Hay Germs en todos los mundos, pero no nos dejamos ver. Estamos en los lugares más recónditos. Somos solitarios, pero vuestra llegada nos ha inquietado bastante.
-¿Por qué?
-La profecía de los cuatro mundos. – explicó David - Cuando las dos reinas supremas de cada uno de los cuatro mundos en los que las dos tribus sobreviven, se encuentren, seremos libres de nuevo
-Pero… si hacemos eso…
-…Habrás liberado a un poderoso asesino de sangre fría al mundo. – dijo David. María estaba asustada - Esta vez vamos preparados, los dioses no vencerán, el control de los mundos será para los humanos, se acabaron sus normas. Seremos nuestros propios dioses. ¿Acaso no querrías ser tu propia diosa?
-Pero eso no estaría bien, ¿eres un asesino dices? – contestó María - Pues ¿qué culpa recaería sobre mí si la gente supiera que yo era consciente de lo que pasaba y os libero? No, no puedo hacerlo, ¡eres un asesino!
-Hay algo maligno en ti - dijo David acariciándole la cara
-¡Yo no soy así! - dijo María alejándose de él
-Eso lo dice una persona que pretende liberar a quien los dioses detuvieron. – le gritó David - Pretendes liberar a quien desatará el caos en todos los mundos, a las dos diosas que después de destruir tu mundo destruirán el resto, las diosas que matarán a todos tus amigos, tanto humanos como dioses…
-No es muy distinto de lo que tú me pides
-Mañana llegaremos a Germélion, la profecía no se cumplirá hasta que las ocho reinas entréis en el círculo de la ciudad, así que aún tienes tiempo de pensarlo, y piénsalo bien. – dijo David - Escucha, una vez en Germélion quiero que volvamos a hablar, ¿está bien?
Y David se fue sin esperar respuestas, pero en lugar de ir al claro donde dormía Miranda, subió a la copa de un árbol, o al menos eso le pareció a María que no podía ver más allá del árbol porque las hojas le tapaban.
María no durmió, se hizo de día y pudo ver como Miranda se despertaba, David no había regresado todavía
-¿Donde está David? - dijo Miranda con un bostezo
-Te dije que no era de fiar, se marchó y dudo que vuelva - dijo María
-Eso es lo que a ti te gustaría, en realidad no me he movido de aquí - dijo David bajando de un árbol con un ágil brinco
-¿Cómo haces eso? - dijo Miranda
-Es una larga historia, las preguntas cuando lleguemos a Germélion - dijo David y los tres comenzaron su camino.
-¿Germélion es tu pueblo? - preguntó Miranda
-Sí, en la desembocadura del río Niuska está su entrada
-Allí no hay ningún pueblo - dijo María
-Es que yo no he dicho que esté allí - dijo David serio
-¿Dónde está entonces? - dijo María desconfiada –
-En realidad no está en ningún sitio y está en todos a la vez, es algo que tenéis que verlo por vosotras mismas
-Mira, ya vale de intrigas y de hacernos esperar para las respuestas. – dijo María parando la marcha - ¡O aclaramos las cosas ahora o no continúo el camino!
-¿Y qué es lo que quieres aclarar? - dijo David
-¿Dónde nos quieres llevar?
-Bueno, lo intentaré explicar. A Germélion se puede entrar desde cualquier mundo, y se puede salir de ella hasta llegar a cualquier mundo
-¿Entonces por qué caminamos? - dijo Miranda
-¡Ya os dije que la puerta estaba en la costa! - dijo David
-Quiero que le cuentes toda la verdad a Miranda
-María… - dijo David
-¿Qué es lo que me tenéis que decir? - dijo Miranda extrañada
-María no es necesario… - continuó David
-¡Cállate! Miranda, David es…
-…un Germ – le interrumpió Miranda
-¿Pero sabes lo que eso quiere decir? - dijo María impaciente
-Sí, en principio que son inofensivos. Ya había oído hablar de ellos, lo supe nada más verlo, además…
-Pero quiere que…
-…además, - continuó Miranda - ya he hablado con él, sé lo que quiere y le pienso ayudar
-Pero, ¿estás loca? ¿Piensas dejar suelta a un montón de gente que sólo buscan el mal?
-María, yo ya he tomado mi decisión – dijo Miranda - la tuya resérvala para ti
-¿Creías que la pensaba llevar engañada? – le dijo David a María.
Recorrieron un largo camino sin hablar apenas, hasta que oyeron un fuerte ruido de agua sonar. David les anunció que la puerta estaba cerca y continuaron andando. Allí, donde debería estar la desembocadura del Niuska, se encontraron con Germélion, la más bella ciudad que nadie habría podido imaginar. Era un gigantesco jardín donde el agua circulaba por claros y poco profundos canales que en ocasiones se elevaban de el suelo, para formar extrañas formas y cascadas que la mente humana no es capaz de imaginar sin haberlas visto antes. Los edificios se levantaban de un blanco reluciente desde el suelo, de manera que, pese al contraste del blanco de todos los edificios y el verde de la vegetación, el beige y el rojo de la tierra, parecían todo una sola composición. El aire era tan puro que parecía envolver todo el lugar de un color azulado, como si el mismo agua que corría por los misteriosos canales, lo hiciera también por el aire. María y Miranda lo vieron y creyeron estar ante las puertas del paraíso. Viendo aquel lugar, no les costó mucho imaginar como era su mundo cuando lo habitaban los dioses.
-No os quedéis paradas, aún quedan unos minutos para llegar - dijo David
-¿Eso es Germélion? - preguntó Miranda asombrada
-Sí, es hermosa ¿verdad? - dijo David
-¿Cómo…? - dijo Miranda
-Digamos que es un lugar privilegiado, habitado por mentes privilegiadas, donde no ha habido guerras ni disputas en toda su historia - dijo David
-Pensé que los dioses también habían intervenido en ello - protestó María
-¿Qué mérito tienen los dioses por haber contribuido en la creación de esta ciudad, si es algo que no les cuesta absolutamente nada de hacer? - dijo David
-¿Le darías tú de comer a un gato que te hubiera arrancado un brazo? - dijo María acusadora, David no contestó. Ya habían llegado, acababan de atravesar el límite que separaba ambos mundos, perceptible por el color de la arena, la vegetación y el aire, a simple vista. Pero entrar allí era como zambullirte en una piscina de agua fresca en un día caluroso de verano. Los tres acababan de entrar, y cuando se giraron ya no estaba el mundo del que venían, sino una pequeña continuación de hierba que marcaba un límite circular, y fuera de él desierto. María y Miranda buscaron con la mirada el río de donde procedía el agua que pasaba por los canales, pero fuera de la ciudad sólo había desierto, los canales hacían al parecer un circuito cerrado, pero esto no era del todo así, puesto que mirando un extraño estanque central se percataron de dónde estaba el río. No era un río horizontal, era un río vertical, el agua caía del cielo sin perder la forma. Una hermosa cortina transparente, que no hacía ruido alguno al caer contra el resto del agua. Eso quizás era lo más extraño de ese lugar, su silencio. Había multitud de canales, fuentes, cascadas, pero el agua no hacía apenas ningún ruido. David dijo que esperaran allí, que iría a preguntar por las otras seis reinas.
-Al final te has decidido a cumplirla, ¿no? - dijo contenta Miranda
-¿El qué? - dijo María distraída
-La profecía. – contestó Miranda - Al fin y al cabo estás aquí
-¿Y eso qué tiene que ver? He entrado aquí, pero no lo haré allí - dijo María señalando el edificio al que acababa de entrar David
-Pero tampoco intentas evitar que se cumpla
-¿Por qué?
-La profecía de los cuatro mundos no habla de ese círculo donde dicen que se deben reunir las reinas, ésta dice textualmente “cuando la octava reina penetre en el corazón, allí, en la ciudad sin mundo, el germ será libre de nuevo” bueno, seguido de otras muchas metáforas referidas a otros acontecimientos. Los germ consideran el círculo de la ciudad como el corazón de los germ, pero podría no ser así
-¿Cómo sabes tú eso? - dijo María
-Está en El libro de las profecías Elhenitas
-No se qué libro es ese
-Se dice que a causa de los ataques de Bakal a Heavenpolis, Elhené recompensó a los supervivientes con un libro que recogía varios acontecimientos importantes que ocurrirían en un futuro – explicó Miranda - los supervivientes de aquel ataque murieron sin dejar descendencia. Hace más de mil años se encontraron los restos del libro, hay quien dice que no es más que una invención hecha para gastar una broma pesada, pero el estado en que se encontraba y lo que decía de sucesos que ocurrieron ya, no da lugar a duda
-Lo que me recuerda otro motivo más por el que no ir a aquella sala
-¿Por qué?
-Porque no funcionará
-¿Qué quieres decir? - dijo Miranda
-Si ese libro está escrito por Elhené, las profecías estarán basadas en los destinos de las personas que participen en ellas. Dudo que hable de nosotras
-¿Por qué? - dijo Miranda extrañada
-¿Es que ya te has olvidado de que no tenemos destino? - dijo María
-Pero las profecías de Elhené siempre se cumplen, ¡no pueden fallar!
-En ese caso se referirá a otra generación de reinas, porque yo no entraré allí, y si lo hiciera no ocurriría absolutamente nada
-No habrá otra generación de reinas… - dijo Miranda muy seria. En ese momento llegó David con otro Germ
-Aún no están todas las reinas en Germélion, - dijo David - tendremos que esperar un tiempo, quizás unos días. Esta es Ainoa, os enseñaremos la ciudad
-¿No nos la puede enseñar ella sola? - dijo María
-Sí, si accedes a que te enseñe el círculo de la ciudad - dijo David
-Una vez que entres no podrás salir. – advirtió Ainoa - Tranquila, el círculo es más grande y más hermoso que la ciudad entera, allí no te faltará de nada.
Pasearon por toda la ciudad, cada lugar les parecía totalmente nuevo y sorprendente. Finalmente llegaron al centro de la ciudad. Allí había una gran estructura circular que tenía altísimas columnas por pared, un hueco más ancho de lo normal en ellas indicaba la entrada, encima de ésta había un gran portón con unas letras que decían “AQUÍ EL GERM SERÁ LIBRE”. Ainoa cogió a Miranda de la mano y la condujo hasta la entrada, entonces se dirigió a María
-Aún puedes entrar si quieres - dijo Ainoa
-No, gracias - dijo María, y Ainoa se giró y desapareció entre las columnas del círculo con Miranda del brazo.
|