La luz intentaba entrar en aquel sitio oscuro. Buscaba la forma, buscaba un resquicio. Pared gruesa de hormigón, casi imposible de conseguir. Lo intentaba de muchas formas: con el sol del día a día; camuflada con las aguas de lluvia; mimetizada con las estrellas y la luna. Tarea realmente difícil. La luz es paciente, no conoce el desaliento.

Arremete una duda evanescente, declarado sosiego interno, un suspiro que sorprende, sabor a metal aletargado, fisuras de esperanza afloran en la pared. Es la oportunidad, corpúsculos de luz entran por doquier. Dentro, se percibe la soledad agonizando, se pueden ver libros apiñados, esparcidos y tirados, zapatos viejos destrozados, el ruido infernal de un grifo que gotea , un bonsai agonizante, la locura en la pared y un hombre sentado en el suelo con los ojos cerrados liberándose de sus cadenas. La luz de un nuevo día ha llegado.