Azul la muerte, verde la tortura, gris la celda, azul la tortura, verde el secuestro, gris la “justicia”, ilegal todo, antihumano en cada sentido. Enorme, blanca o amarilla, con diminuta letra negra o gris la mentira. La gigantesca mentira, el enorme y cómplice silencio, el brutal y cómplice ocultamiento, el servil y cómplice no te metas. Tres corporaciones cómplices (los Azules, los cuervos y los del cuarto poder) de una sostenida persecución ideológica, de un negociado conveniente y de un desprecio culturalmente arraigado y clasista. De las versiones que de ese trío salen se hacen eco los ciudadanos “hechos y derechos”, nunca mejor dicho. Y ese eco recorre la mayoría de las gargantas que se alzan contra la inseguridad. Inseguridad: palabra engañosa que en realidad significa una agenda de prejuicios instaurada por la mayoría de los medios de comunicación utilizada para cuidar los intereses de quienes en realidad administran, cometen y manejan El Delito, torciendo la voluntad de la ciudadanía hacia los fines de turno. Luego los mismos medios levantan de la calle la supuesta opinión independiente de la gente que dice lo que los mismos medios le enseñaron a repetir a diario. Los medios levantan otra vez más lo que cosechan y vuelven a mentir cada vez más, algunos incluso se creen la mentira que ellos crearon, mienten a veces por lo que dicen pero siempre por lo que no dicen.
La verdad, de apariencia irremediable por las condiciones que la generan, está afuera, perdida en la inmensidad de la noche, tendida boca abajo en una zanja mientras los gusanos e insectos la devoran y el tiempo la descomponen.
Sí, la verdad está pudriéndose al margen de la ciudad donde fue arrojada por tres integrantes de un patrullero, pero el quién la dice y si nadie la quiere decir por temor o conveniencia si nadie quiere decir la verdad ¿a caso puede existir?
¿Existe una verdad cuando se dice que no puede, no debe, no conviene decirla y por tanto no es dicha?
La víctima genera a su vez más víctimas (parientes, amigos, etc.) y las víctimas de esta atroz realidad impuesta con el consentimiento y la apatía de las distintas capas que conforman la sociedad argentina.
La víctima, nació víctima, fue criada para víctima y murió por negarse a aceptar el destino que estas sociedades de mentalidad de derecha católica preparan para quienes provienen de su clase también creada por quienes escriben su destino. Y cumplió, siguió al pié de la letra el guión, pero dolía de verdad porque no era teatro, era la vida, lo que le quitaron era la vida. La víctima cumplió la profecía que se había escrito e ideado para él. Antes incluso de que él tuviese nombre o vida, cuando ni siquiera había sospecha de cómo se llamaría al nacer…ya formaba parte de una estadística que pasaría a engrosar el día de su muerte.
Había un sendero de barro, toda pobreza tuvo o tiene un camino sin salida como ese. En ese camino una carreta tirada por un caballo viejo. Un hombre marrón camina al lado del caballo, la carreta parecía una montaña de basura. Botellas de plástico y vidrio, cartón y latas.
Unos niños, apenas vestidos, corren con sus descalzos pies sobre la tierra.
Una mujer de indescifrable edad, obesa, sale (con un bebé en brazos) de una construcción precaria, cruza el empolvado sendero que divide una hilera de chozas y chaperío hasta la hilera de enfrente. Se detiene frente a una construcción cuadrada que tiene un pizarrón en la entrada y bate palmas dos veces. Un hombre sale, la saluda y le da una bolsa de papas.
Hay cosas para las cuales las palabras no sirven. Cosas que no se pueden decir ni hablando, ni escribiendo. Hay cosas instransmitibles que duelen agudamente como el silencio que viene a reemplazar la voz de un ser amado que no está más por capricho y codicia de quienes no aman la vida y que siempre pondrán excusas para ocultar su odio despreciativo de los valores humanos que choquen sus intereses o difieran de sus ideología -disfraz.
Hay experiencias de sufrimiento humano que no se pueden contar ni explicar. No beberían existir estas situaciones. Y sin embargo existen. No deben suceder estas cosas.
Y sin embargo, allí está, sobre la cama, presa de un dolor permanente e incisivo, esta mujercita que llegó llorando del trabajo. Esta mujercita que debe volver a ese local sin chistar. Porque a vos no te interesa lo que le suceda a ella, sí, ella lo sabe, lo interesante es si tal futbolista vale tanto para tal marca, cualquier cosa en este mundo injusto es más importante que su dolor que un día puede ser el tuyo aunque asegures que no. Al mundo no le interesa lo que le sucede por su apatía y desinterés, al mundo no le preocupa hacerse cargo de lo que genera con su unificada y global actitud de mierda porque se oculta el individuo en el si somos todos nadie es. El mundo quiere ver películas y llorar en el cine pero no protagonizarlas y luchar para que no haya llanto. Al mundo le apasiona la ficción edulcorada pero desprecia la realidad a tal punto que la niega sistemáticamente dándole impunidad a la verdadera inseguridad. Y cada vez que el mundo se lava las manos lo que no ve es la sangre que a raudales brota de su apatía.
¿Cuántos crímenes y de que talla debemos soportar antes de que exista una marcha Nacional que repudie la corrupción de las fuerzas y magistrados que deben proteger una vida en vez de generar una supervivencia penosa? No sé la respuesta, la respuesta la fabricamos todos a diario.
Este mensaje que a continuación publico, me llega en un mail que me envía Tete, quien goza de mi confianza. Comparto esto con quienes sintiendo que pese a que podemos permanecer en desacuerdo en muchas cuestiones, no podemos estar en desacuerdo con los derechos y garantías humanas que nos deben asegurar la posibilidad de que nuestras vidas no sean imposibles de vivir.
Grupo organizado agrede chicos de la calle
Auto-convocados por los Derechos de los Pibes, denunció un operativo realizado el pasado viernes en la Plaza San Martín, tras realizar una olla popular que se viene llevando acabo hace una semana. A las 23:00hs del viernes 25, mientras los chicos se dispersaban tras concluir la olla popular, aparecieron 25 personas de distintos lugares de la plaza San Martín, que en forma de comando atacaron a los chicos, armados con fierros, cadenas y armas blancas, con las que los agredieron, y armas de fuego con las que intimidaron. Todo esto sucedió con la absoluta complicidad de la policía de la provincia, que tras encontrarse durante el desarrollo de la actividad “custodiando”, liberó la zona para que actuaran estos grupos parapoliciales, de los cuales una mujer se identificó como oficial. Sin embargo, la intervención de la policía no concluyó ahí, cuando los chicos corrieron por 7 para 51, escapando de las agresiones, se encontraron con los policías en bicicleta que le contestaron a su pedido de ayuda, “si ustedes roban ahora se la bancan”. Más tarde, para concluir su intervención y colaboración, en la comisaría 1ra no fue aceptada la denuncia, quedando el caso invisible para la justicia.
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