UNA PARTE DE MÍ
El chico se despertó, apagó el despertador y se incorporó, dejando una parte de sí mismo dentro de la cama (las partes de nosotros mismos que nos dejamos atrás se parecen en todo y por todos a nosotros, simplemente son algo más transparentes, como fantasmas...) . La parte que se quedó en la cama sonaba felizmente, mientras el chico, malhumorado, se fue a la cocina, pensando que le esperaba un asco de día. Preparó una desayuno sencillo, en la cocina fría y sucia, y lo consumió de pie, allí sólo y triste. En la cama, la parte del chico que se había quedado atrás sonaba que se despertaba al lado de su novia, le besaba dulcemente y le decía:”Buenos días”; una frase sencilla, pero llena de significado; después él y su novia se levantaban, y disfrutaban de un riquísimo desayuno, en un comedor ancho y soleado, charlando de cómo iba a ser el día y haciendo planes para la tarde.
El chico se fue al servicio, que olía a rancio como la cocina, y se cepilló los dientes; después volvió a su habitación y se vistió, eligiendo al azar su ropa, con descuido; le daba igual si iba a tener el aspecto de un pringado, tanto nadie nunca se fijaba en él. Con el rabillo del ojo notó la parte de él que se había quedado en la cama, y la maldijo en voz baja; como respuesta, una sonrisa complacida.”Y esto es sólo el comienzo” pensó ”Espero que el día vaya mejorando...”.
El chico, llámamelo Pedro, salió de casa, y se fue hacia la metro. Esperó leyendo un periódico, viendo que en el mundo sólo habían sucedido cosas asquerosas: guerras, asesinatos, políticos corruptos, ¡y encima su equipo de futbol en segunda división! ¡Qué vida de mierda!”pensó, mientras el metro corría rápido hasta su destino final. Cuando llegó a su parada, estaba más deprimido que antes. Bajó rápidamente del metro, cabizbajo, con gana de gritar o llorar...y entonces se dio cuenta. Se dio la vuelta, pero era demasiado tarde: el metro ya había cerrado las puertas y estaba arrancando. En el asiento donde hasta unos segundo antes había estado sentado él, vio, la cara relajada y feliz, otra parte de él que se iba quien sabe dónde.”Y ya van 2...”pensó Pedro, y se maldijo por ser tan depistado. Pero ya no había nada que hacer: tiró el periódico a la basura y se fue hacia el trabajo, pensando que ese iba a ser un día terrible. Por contra, la parte de Pedro que había quedado en la metro estaba leyendo un libro muy divertido, que contaba lo bueno que puede llegar a ser la vida.
Pedro entró en la oficina, se sentó a su mesa y arrancó el ordenador. Tenía mucho que hacer, pero se sentía cansado nada más empezar. Entente centrarse en el curro, pero su mente estaba en blanco. Sentía dentro de sí un vacio inmenso, y por mucho que se esforzara no podía centrarse en el trabajo.
A la hora de comer se fue a un parque que estaba cerca de la oficina. Sentado allí, con el sol que le calentaba, intentó relajarse, pero no lo consiguió. Estaba nervioso, y se sentía angustiado y triste. Veía parejas que caminaban felices, cogidos de las manos, y compañeros de trabajo que almorzaban juntos, riendo y charlando entre ellos. Y él allí sólo, sin nadie con quien charlar. Pensó que a lo largo del día aún no había hablado con nadie, ni en la oficina ni en la calle: se puede vivir así, se preguntó, y otra parte de sí se levantó del banco y le contestó:”No, por esto me voy” y se alejó feliz, a charlar con los compañeros de curro o a ver a su novia, para caminar con ella cogidos de las manos. Pedro miró como por tercera vez en el día perdía una parte de sí, pero no hizo nada para detenerla. “A la mierda” dijo en voz baja “Como si esta fuera la primera vez que me pasa....” y era cierto: durante años había perdido día tras día partes de sí, en un largo proceso que lo había llevado hasta el estado actual, sólo, triste y sin esperanzas para el futuro.” ¿Dónde estarán estas partes de mí que he perdido en el camino? “pensó ”¿Dónde habrán ido a parar?" Espero que por lo menos ellas sean felices, porque para mí cada día es peor”.
En la oficina no dejo ninguna parte de sí: nadie quería quedarse en aquel lugar tan horroroso. Se fue otra vez hacia el metro, y volvió a casa con la moral baja, la mirada tosca y una tristeza infinita en su alma. Caminando por las calles de su barrio, Pedro se preguntaba si había algo que podía hacer para cambiar las cosas. Si miraba hacia atrás, hacia su vida pasada, no veía nada positivo: ni el recuerdo de un amor, de una amistad, de algo bonito a lo que agarrarse, sólo rencor, odio y mucha soledad.
Cuando llegó al portal de su casa, sacó las llaves del bolsillo, y se preparó para otra tarde solitaria: ducharse, cenar algo sencillo y a dormir, sólo como siempre. “Pues no” pensó "¡al carajo todo!”. Cerró los ojos, y dejó que otra parte de sí saliera libera por la calle, para que no subiera a la soledad de ese piso sino que siguiera por su camino, hacia una noche divertida y llena de emociones. Pedro se quedó allí parado, en el medio de la acera, viendo como una imagen igual en todo y por todo a él se alejaba calle abajo. Era una parte de sí, pero se fijó mejor y vio que había pequeñas diferencias: el doble era algo más alto, no tenía las espaldas tan encogidas, no llevaba gafas; su ropa era algo más moderna y elegante, y sobretodo...sonreía. Sonreía feliz, feliz de la vida, feliz del presente, y lleno de esperanzas para el futuro. Pedro levantó el brazo, y saludó a esa parte de sí:”Qué tengas una buenas noches, amigo, por lo menos tú” gritó. El doble de Pedro se dio la vuelta, levantó la mano y le devolvió el saludo; después continuó calle abajo, hacia un atardecer lleno de esperanza y alegría.
THE END
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