Tu obra rima con vida, la de quienes te la quitaron no.

Cuando la utopía puso la otra mejilla, descubrió dolorida que su mejilla de cristal no era apta para semejantes cachetadas. Vio llorosa que los hombres traicionan y venden incluso a lo que no es cosa y que no tiene precio.

Con el rostro hecho trizas fue levantando del suelo los cristales, astilla por astilla, paciente y laboriosa, fue juntando las partes de un sueño partido, devastado. Cuando el sol vio la escena de la soledad, cuando el sol vio que habíamos abandonado lo mejor que teníamos, no pudo evitar apagarse un poco. Las sombras cobraron ínfulas, empezaron a reunirse planificando nuevas oscuridades; soñaron esta vez eternizar la noche (si es que puede decìrsele sueño a eso), que solo exista una cosa y punto, eso querían.
La utopía está sola, abandonada, las sombras la ven así, tan vulnerable, tan frágil que, se relamen pensando en desaparecerla para siempre.
Nada ni nadie desaparece si antes no lo abandonamos. Sólo se pierde lo que se somete al olvido, la soledad y la apatía. Las sombras se llevan a quienes ya hemos abandonado. Por eso todos los postergados y abandonados deben unirse, cuidarse, creerse.
A ellos y a quienes los extrañamos:

A las desoladas almas que la noche refugia, las que respiran donde la luz no llega; a quienes gritan sin ser oídos; a quienes no podemos ver.
A las trágicas criaturas de sanguinolenta mirada, sus aullidos de dolor atraviesan mis médulas.
Espectros que la sociedad, en su loca carrera de distracciones banales y miserables shows de evasión, ignora. Mientras, la muerte enriquece la tierra con sangre joven, desparramando perversamente la tinta de corazones que anhelaban escribir otra historia.
Cuando deambula mi pensamiento por los grises pasillos yertos, de una Buenos Aires que huele mal, que crónicamente y siniestramente apesta, pienso en quienes están faltando. Los que han sido arrebatados de la oportunidad de vivir. Y vivir es poder pensar, es poder querer y poder ser.
Este malos aires, suburbio fétido de corrompida estampa, de risa torcida cual mueca falsa, donde la soledad degrada y la edad también. Es el sìtio dónde recuerdo que recuerdo ,e incluso recuerdo a quienes se olvidan.

Cuantos transeúntes surcan la medianoche llena de ausencias que están presentes.
Este frío verano es tan helado como oros para los que están ausentes.

Hay demasiadas mujeres y hombres vacíos como botella de mendigo.

Pero yo escribo para los elegidos para ocupar del mundo sus infiernos, que eran paraísos hasta que los incendiaron.

Para los rostros de lluvia y las almas otoñales.
Para las mejillas desoladas y las azotadas.
Para los labios fríos y las manos de mármol.
Para la soledad de piedra o el vacío de las estatuas.

Para los postergados, los perdidos que pierden cada día más.

Para todo aquellos que se encuentran extraviados.

A los que olvidaron que fueron olvidados,
A los que ignoran que la tolerancia los ha ignorado siempre.
A los que no pueden razonar pero tienen sobradas razones para volverse irrazonables.

A los solitarios, los tristes, a todos los opacos de gesto dolido u oculto.
A quienes ni en el espejo encuentran un rostro amigo.
A los defraudados.
A los que han perdido tanto que ni siquiera se tienen a sí mismos.

A los gauchos modernos que tirados en la intemperie beben la amargura que les queda.

A los amigos, a los presentes y los ausentes, a los amigos…

Nunca olvides que los medios de comunicación siempre dirán: “Matan a policía por un lado y por otro muere el Che Guevara”.
Y la prueba de que el lado del poder es el elegido por los medios es, por dar un ejemplo que en realidad no lo dije yo sino Ricardo Ragendorfer, la sección del diario para delitos se llama Policiales en vez de delincuenciales. A buen entendedor…

Se llevaron hombres y mujeres hermosos, con esa belleza indeleble que solo el apasionamiento de ideales y altruismos dà, iluminados por la ética en vez de apagados por la “moral”; pero no hace falta ser excepcional para tener derecho a no ser tratado como un animal, nadie debe examen en un mundo en el que quienes tienen cargos importantes o institucionales no pueden siquiera respetar la vida y los derechos humanos.

El agravante de vestir el traje del estado y usarlo contra el pueblo o contra parte de èl: es incomparable, hay que ser muy vendepatria para no entenderlo o estar demasiado podrido y corrompido.

No me hablen de mentiras los reyes del mentir. No merecen uniforme alguno quienes apuntan sus armas a quienes debieran defender y si se creen muy machos y muy fuertes debieran de defender a los más débiles, eso hacen los valientes en todo caso, difícilmente la tortura y violación de seres maniatados, entre en categoría alguna y en definitiva si les disgustan los juicios pidan el mismo generoso trato que le dieron ustedes a sus víctimas.

¿A quién y qué defendían?, porque lo que defendieron no fue a las fabricas que cerraron, ni a los argentinos que dejaron sin trabajo, sin vida y sin casa, ¿a quién defendían?
No sé a quien defendían pero sus actos aberrantes bestiales y desquiciados atacan a la dignidad humana entera. Y sus actos instauraron un horizonte de sàlvese quien pueda y de individualismo materialista.