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Inicio / Cuenteros Locales / eristarco / Surrealismo onìrico o la libertad rota

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Han podido apreciarlo. La primera vez que la violencia nos toca no es con su “mágica vara” de pintar moretones, de cambiar la tonalidad y superficie de nuestra piel en algunas zonas de su preferencia para que resalte su artilugio. No. La violencia se nos inyecta en el fondo de las retinas con el primer parpadear, y de allí en adelante su caudal y sus vías de acceso a nosotros y de egreso son más fluidas y abundantes y de más variadas intensidades. Y así como otras transmisiones hereditarias, la violencia.

Pobre niño ¿qué pudo haber hecho para nacer aquí?...Necesitaba una puerta mágica, una vía de recreo donde calmar el dolor en cada escape. A partir de este instante saldremos y regresaremos continuamente por esa puerta. Aquí la abro:

El relato empieza a desobedecerme, los años se mezclan, mi madre pega muy duro, mi padre nos abandona y yo necesito mezclar la realidad de sueños, necesito belleza para tolerar el dolor. ¿Me culpan? Allá ustedes.

Atravieso la puerta y lo encuentro. El cielo aun anaranjado, parecía pintado por Van Gogh. Con manchas rojas, amarillas y unas pocas nubes difuminando colores muy vivaces. Abajo, el mar, todavía de profundo azul, oscuro y misterioso. La bruma dorada, vestida de fantasía, bañada en rayos solares suaves que, aumentarían su intensidad con el caminar de los minutos que faltaban para que el día despunte por completo. Hay un muchacho caminando “la frontera” donde se besan la arena y el mar. Sus pisadas transitan, unas el borde de ese país líquido y ondulante, otras pisan el suelo de ese desierto que puede adoptar mil formas, pero todas son solitarias. Ese joven se parece a mì hace muchos años; esa playa parece Puerto Madryn. Pero ese adolescente no sabe conscientemente que ya no existe, que ahora es un hombre delatado por su desgastada fe. Ambos tienen el mismo sueño y la misma inconsciencia. Son el mismo ser, pero algo los divide. El muchacho no puede recordar mientras duerme, que esa orilla por la cual pasea, la ha recorrido varias veces y en todas las oportunidades le ha ocurrido lo mismo.
En un trayecto del paseo joven y hombre se detienen. En este caso el joven se sienta sobre unas rocas y ve a una extraña gaviota caminando hacia él. El muchacho mira sorprendido el ave cuando ésta pregunta:-¿No tienes miedo de dormir?
El adolescente mira hacia a todos lados buscando un rostro humano de donde provenga la voz, pero la gaviota insiste:-Soy yo, no hay nadie más aquí, solo vos, yo y un elefante que duerme en el fondo del mar. Y ambos sabemos que los elefantes no hablan, y de hacerlo no lo podríamos oír desde aquí. Los elefantes tienen buena memoria ¿sabes?

Con una mezcla de varias emociones el joven mira más detenidamente al ave y nota que sus alas parecen manos emplumadas y son pequeñas en comparación a las alas de otras gaviotas, por lo demás es como cualquier gaviota a excepción de que puede hablar.
Entonces el muchacho le preguntó al ave: -¿por qué es así tu cuerpo?
A lo que la gaviota dijo: -Te lo voy a contar. Había una vez una gaviota en pleno vuelo y en un lugar del cielo le parece ver a un elefante. La gaviota sacudió su cabeza para aclarar su visión, pensando que podía ser un reflejo o una insolación, que vio mal. Nuevamente apuntó su mirada hacia donde había visto al animal gigante, para su tranquilidad el elefante no estaba, y la gaviota pensó que fue sólo una alucinación. Pero al rato un hombre se aparece a su lado, corriendo sobre el viento en pleno cielo, y la gaviota pensó en voz alta: -¡Esto no puede ser, es inaudito! Esto es un sueño.
A lo que el hombre dijo: -Por supuesto que no puede ser. Las gaviotas no hablan.
El ave titubeo y después dijo desafiante: -y los hombres no vuelan.
Entonces el hombre se acercó a la cabecita del ave y susurrante le dijo: -Sí, es un sueño, pero empezà a aletear rápido y fuerte antes de que se convierta en pesadilla…
Súbitamente la gaviota abre los ojos y se da cuenta que está bañada en sangre y derrota entre dos rocas que partieron sus libertades emplumadas. Desde ese día tiene miedo de volar, pero mucho más le aterra soñar.

Texto agregado el 31-07-2008, y leído por 172 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
02-08-2008 Narras bien y transmites emociones. Un saludo. justine
31-07-2008 Es muy hermoso cuando habla de los sueños rotos. zalo85
31-07-2008 Definitivamente me he convertido en tu fanática. lucyfernandez
 
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