Si no me lo dices a la cara,
no me lo digas,
mis espaldas no tienen ojos,
no ven la insidia,
si intentas escribirme un insulto,
no lo hagas,
intuyo el temblor de tus dedos,
presiento el vacío de tu alma.
Si intentas reírte de mis pasos,
revisa esa cojera que te amarga,
si intentas gritarme tu desprecio
nada duele más que las palabras,
que letra enviada no es insulto,
sino el toque a la carrera
del cobarde.
Si te soy desagradable
he aquí mi pecho,
arroja el dardo del desprecio,
me gusta ver tu rostro desencajado,
no me quitan el sueño
tus recelos.
Y si por algún motivo te contemplas
en la sórdida luna del espejo,
sé crítico contigo,
con tus taras,
nada miente menos que el reflejo
de un cobarde que huye
de sí mismo...
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