Reencarnación

Del insomnio fue emergiendo un poema muerto. Llegó trayendo un frío atroz consigo en medio de la oscuridad de la noche. Su queja era como un filo de navajas asesinas, que rayan en la las paredes enmohecidas de una memoria oscura

La luz perlada de la luna lo hacia ver mas pálido. La gula de su muerte asomaba por los huecos vacíos de sus ojos. Y de su boca abierta, huían volátiles mariposas negras de Escamadas alas armadas con punzones que amenazaban infectar todo de olvido.

Su cadáver gris, hedía a melancolía agria, a putrefactos recuerdos que eran devorados por los gusanos de la indiferencia. Sus pocas letras aun visibles tenían rastros de tortura. Como si el dolor de un alma triste hubiera quedado ahogada entre sus frases oscuras

Lo vi de frente, lo tuve cerca, lo sentí evaporarse poco a poco con los jadeos de la noche. Solo fue un recuerdo fugaz y solitario pero lleno de incertidumbre que se escurre a la tumba fría del olvido

¿Quien y como puede aplicarle una autopsia a un poema muerto?
¿Que sentido tiene descuartizar su cadáver si no hemos de traerlo de regreso a la luz de la memoria?

Entre sus uñas había costras negras, signos de la tinta oscura que le diera forma. En su mano siniestra tenia un mapa del infierno. ¿Quien puede llegar mas lejos sino las letras olvidadas?

El poema hablaba de ti y de mí, de veinte años atrás que ahora, son velados por las brumosas manchas de la curiosidad y de la duda.

La punta metálica de mi pluma, trata de rasgar los velos maternales de la memoria y hacerla parir sobre esta corteza blanca y palpitante. Pero es inútil… nada se puede hacer contra la muerte y nada que nace sustituye lo que se va.

Sin embargo, creo en la reencarnación. Tal vez, algún día vea renacer mi poema muerto en medio de un golpe repentino de recuerdos…

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