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He visto de lejos
como la primavera se despereza
de su sueño invernal
y se abre a los trinos.
Lejos, más allá del muro
el campo parece tan distante,
como los sueños.
Y el inmenso espacio
es inalcanzable.
Yazgo en un retazo de mi vida,
todo se reduce y estrecha.
No es tiempo para alegrías,
las risas son escapes frustrados
hacia la Libertad.
El tiempo es hermoso,
más no la felicidad.
Las rejas cuelan hasta la brisa.
La tranquilidad resonga y se comprime.
Los hombres se muestran opacos,
se destrozan en ansias insatisfechas.
En los ojos tienen pintado el hormigón y el metal
que les limitan el horizonte.
Se contagian las miradas y las esperanzas,
Se arruman en las manos vacías.
Se les ha congelado la sangre,
endurecido la carne y las palabras.
Su canto se ahoga
ante el de los lejanos pájaros,
ante el verde de los árboles
y el azul del cielo.
Toda esa claridad que hay más allá
se oscurece por la dureza del muro.
Se mueven limitados,
se agitan inertes,
se rompen incapacitados.
Y pensar que con tan poco
podrían despertar a la primavera.
Con solo unos pasos renacerían
para estar vivos enteramente.
Pero han de quedarse,
tienen esperanzas en el tiempo,
cuando caiga el Muro en la espera,
cuando se desarmen las rejas en la primavera,
cuando traspongan la pena de su condena.
15.08.84
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Texto agregado el 27-04-2004, y leído por 205
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