SORPRESA
Voy en el bus que me lleva a mi ciudad natal para darle una sorpresa a mí familia. Además llevo la ilusión de ver a quien por fotos conozco hace varios meses a través de internet o sea por el chat. Su rostro es de mí agrado, buenmozo Fernando, 27 años y muy simpático. Ojalá que no me decepcione ni yo a él. Alegre como niño y otras divertido. Después de siete horas el bus llega al Terminal de La Serena donde espera Fernando. Nos conoceremos. ¿Cómo será? En la foto se ve muy bien. Si la vida me diera la suerte de encontrar en él mi sueño. No sé. Estas cosas solamente son tan bellas en las novelas. Un cierto temor me recorre, hablamos tanto de las vacaciones que aún no llegan. No llevo más equipaje que una pequeña valija con ruedas, pasaré el fin de semana en casa de mis viejos en Coquimbo. Ha descendido casi toda la gente, nerviosa curiosidad oprime mí estómago y hace que me siente muy derecha a observar como los demás retiran su equipaje. El auxiliar se acerca y dice algo , me pongo de pie y el me interroga :
¿ No la han venido a esperar,dama? ¿Está bién?
Mí voz perdida reaparece y le doy las gracias. Esperaré cinco minutos y saldré del Terminal y subiré a la micro que va a Coquimbo, aquí tan cerca.
Niños inquietos y adultos esperando otros buses tal vez. Allí hay un señor de cabellos grises que mira como con ansiedad, como si le faltara alguién o no llega aún quien él espera, ojala no lo dejen plantado. Con mí pequeño equipaje empiezo, o sea pretendo iniciar la salida y el señor de cabeza gris corre hacia mí, intenta tomar mi mano diciendo:
-Eres Anita, más linda que en la foto.
Deseo salir y este señor me asusta. Soy Ana María, claro, pero no tengo porque decirlo. No sé quién puede ser este señor, algún conocido de papá o un antiguo profesor,o vecino que yo pueda haber olvidado. Que raro.
Mis pies los siento como de goma. No se que decir. Mí corazón apresura sus latidos. Aparece una joven que dice:
-Papá cálmese, no haga escándalos por favor. Vamonos a casa, papito. No debí haberlo escuchado.
-Si es la Anita, la que vine a buscar. ¿Ves?
- Ahora entiendo, mí hermano Fernando se compró un P.C. inalámbrico y el otro lo dejó en casa sin borrar nada, para que se entretenga el papá.
Mí malestar desaparece y quiero reír. Y siento pena por este anciano enfermo, más que por mí desilusión.
Silvia Parra B
|