Viene el viento a gemirme
como mortal sin brazos
entre millones de cuervos dormidos,
y los árboles alzan su plegaria
casi sin hojas, casi sin palabras,
con sueño eterno de invierno.

Ni fuego que arde.
Ni leños quemándose.
Ni luz brillando opaca.

El tiempo me detiene
en las letras, en el invierno,
con rumor de mundo dormido,
con silencio gimiendo de viento.

Se aprieta la noche.
Quiere abrirse y siente frío.
Parece querer derramar humedad,
Entonces los gemidos son como aspas
enrrollándose, hilando viento.

Y en los huesos, y en la carne,
el fuego que no quema,
el leño que no arde,
comienza a tener impresión de cadáver.

La oscuridad es atravesada
y sus huesos crujen al romperse,
entonces oran los árboles
con plegaria desnuda
y con impresión de desamparo.
El viento cumple su misión de invierno.