Son las 4.16 de la madrugada y estoy leyendo para un trabajo de geografía económica, es un trabajo que ya debería haber entregado… o sea que estoy atrasada, como casi siempre en la vida.
Dice la pauta del trabajo. “¿Cómo alcanzar el desarrollo?”, y me preguntaba yo qué era desarrollo. Y ya en un principio me quería poner a despotricar contra los ideales capitalistas que ven el desarrollo sólo en términos materiales homogéneos, planos y plomos para todas las culturas e identidades.
Pero ya! A estas horas no quiero pelear con mi enemigo declarado, apenas me alcanza el ánimo para pelear conmigo. Porque se supone que debería estudiar para “mi desarrollo” y aquí estoy, escribiendo.
Pero lo hago porque quiero, porque es algo que me hace menos infeliz… y entonces lo entendí: para mi, desarrollo significaba hacer el camino desde la frustración, la impotencia y la infelicidad hacia la plenitud, la potenciación, el placer.
Sin embargo, mi madre dice que mi desarrollo es estudiar, tener una carrera, alcanzar el éxito laboral y la estabilidad, al menos económica, ya que emocional nunca he tenido mucha….
Y saben qué quiero yo en verdad? Tener una máquina de coser, ir a Bandera, comprar ropa usada y arreglarla. Y rediseñarla a mi pinta, y tener harta para usar y también para vender y vivir de eso. Y después, cuando ya tenga experiencia, poder hacer talleres de cómo hacer de ropa fea ropa bonita, con mujeres, y mientras todas cosemos hablar de cómo ha sido nuestra historia, y pensar en cómo arreglaríamos el mundo mientras arreglamos nuestros vestidos.
En cambio, estudio historia para estudiarlas, desde lejos, desde una sala solitaria, entre papeles blancos sin texturas distintas, sin colores ni estampados. En cambio, estudio para ser culta y no creo cultura, estudio para saber de arte y no hago artesanía, estudio para el “desarrollo” y no crezco en mi interior…
Madre! Quiero coser, quiero cantar en un bar, hacer jabones y velas, cultivar flores, pasarme la tarde leyendo sólo por gusto, pintarme la cara como mimo y andar de itinerante, tejer muñecas, bufandas y calcetines, pintar juguetes de madera, escribir libros en roneo sentada en la playa…
Quiero todo eso y tanto más para ser feliz… pero antes te daré el cartón para que cuelgues en la pared, para que todos sepan que yo sí pude, para contribuir al mito de que las mujeres sólo se liberan en lo público y laboral, para que creas que lloraré menos que tu, para que sientas que en este mundo injusto “el que quiere puede”, que tu hija es mujer moderna, que tu hija tiene herramientas, que tu hija estará más cerca de ser feliz.
¿Cómo alcanzar el desarrollo? -me preguntan-… Rompiendo mitos, perdiéndole el respeto a la institución, entendiendo que todo lo que hacemos es valioso y no necesita tanta validación, superando modelos que nos condicionan el actuar, viviendo el tiempo a nuestro propio ritmo, disfrutando de nuestra sencillez, sabiendo que la felicidad no se gana, se hace a mano y a conciencia, y por lo mismo, por ser nuestra propia obra, podemos regalarla y compartirla con quién nos dé la gana, y sin pedirle permiso a nadie…
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