Sobre tu vientre silencioso y puro,
modernas taumaturgias descubrí...
Has sido niña, hoy eres dama,
oh dulce náyade,
pena porque te has ido es lo que siento;
sudando rítmicos deleites
albergaba la noche tu ambrosía...
Si por amor mi aliento se desgarra,
prefiero lacerarme a hundirme solo
en la luctuosa soledad.

Oh musa de estas líneas,
tomo tu báculo de amiga eterna,
sobrevienen en mi pecho nostalgias de tus pies inmaculados...
En la paz de tus ojos
mora el dominio donde el sol no muere;
mujer de alma rebelde
que resucitas sueños sepulcrales,
fuiste maestra de mi música
y me enseñaste ese camino,
donde la luz inhóspita del miedo
sucumbe ante el sublime ardor vital.