Cuentito
Desde donde se asoma la rama enrulada que acaricia con sus hojas tiernas a su amigo el viento, se puede ver todo.
Caminan briosas por los rincones aún oscuros de su cuevita nueva las señoras arañas, que lucen telarañas de lujo, van a un casamiento.
La celebración es en la casa violeta, la del sapo overo, los grillos formaron un coro, en violines las cigarras viejas y como invitado especial y padrino de la ceremonia, el duende Aguacero.
Ésto garantiza que no habrá tormenta, a pesar del desfile incesante de las hormigas rojas, que si te pican quedas todo feo.
¿Y los novios quiénes son? Preguntó como siempre despistado el tábano, que por fin dejó al caballo quieto.
¿Cómo no sabes? ¿En qué zaino tenés tu escondrijo, tábano molesto? Si hasta las avispas, que tienen su morada en el árbol tieso, están enteradas, se compraron trajes con colores nuevos. Ya no son más los de siempre, son verde-azulejo.
Bueno en fin, no mantengo más tu duda. Son Tuti y Mori las comadrejas; Mori es la dentuda, la otra había perdido sus dientes más lindos en duro combate con el dentista don Hurón, el lento. Un mes tardó la extracción; fue el tiempo que le llevó encontrarlo.
El sinvergüenza se había escondido muy bien detrás del arbusto encantado, nadie se acercaba, le tenían miedo. Decían que si te rozaba te convertías en murciélago tero. Eran todas mentiras del nigromante de traje de cielo; ¿quién dijo qué existe el murciélago tero?
Qué disparate más disparatado; ¿no señora langosta?, ¡Qué verde su tocado de tules y brillos, tienen el color del limonero embustero.
¡Apurate!, ¡apurate! Luciérnaga de los mil destellos, que llegan los novios, todos bajo tierra, a no perderse la fiesta, la torta y el baile.
Qué linda la novia y él con los implantes, ¡qué bonito está con sus dientes nuevos!
Cariños,
Mikki |