Leandro después de 20 años, como archivista –bajo el mandato de varios jefes soñaba con su oficina, estaba harto de compartir sillas, escritorios y teléfonos, escuchar mujeres hablando de todo menos de trabajo, su actual jefe –un mes en el cargo- lo admiraba, no por eficiente sino por humilde –por detrás lo llamaba infeliz- pero el motivo ya era lo de menos, dicho sueño se cumplió…

El jefe de sólo 29 años –Leandro 43- dijo a los gritos, “las mujeres acá”, y él solo, señalándolo como un objeto…

Tenía su silla, su escritorio, su teléfono, y en voz alta decía “teniendo paciencia todo llega”, y su paciencia se hizo realidad, todo llega, como llegó la bolsa de cocaína a su privado escritorio…