Cementerio de Mariposas
La noche cae de prisa. Yo observo desde mi ventana, una vida nocturna, acompañada de un silencio ensordecedor.
Las hojas se mueven con sutileza y parece que bailan al compás del viento.
Un sapo me mira desde el estanque, verde y húmedo, con sus grandes ojos y su panza inflada. Luego llegan ellas, libres como el aire, tan planas que parecen de papel, vienen atraídas por la luz de mi lámpara. Es algo que ellas no pueden evitar, es algo que las llama, como el polen a las abejas.
Mariposas de color crema se pasean alrededor de mi lámpara eléctrica, dan vueltas sin parar, parecen estar locas por la luz y cada vez se las ve acercarse un poco más.
¿Qué tendrá esa luz?, que a ellas ¡tanto le encanta!
Todas coinciden en algo, en su propósito de estar más y más cerca de la luz. De repente, una cae dentro del globo ovalado de la lámpara, y aún adentro se le puede ver bailar. Las otras la siguen, y juntas juegan, envueltas en la luz brillante de una bombilla.
Mi mente fascinada, y un poco turbada por las vueltas, y voy quedando dormido ahí, en un sillón, en medio de la sala.
La luz vuelve a brillar, pero esta vez es el sol que acaricia mi cara; yo despierto, y veo con los ojos empañados, aquel globo, donde ayer hubo una fiesta, donde las mariposas jugaban sin parar… Me subo en un sillón, y para mi asombro, descubro cinco mariposas, yaciendo muertas dentro del globo. Parecía un cementerio de mariposas.
La luz que antes las hacía vibrar, escondía un secreto ardiente, pero aún así, ellas están donde siempre quisieron estar.
Jióribel Alberto Villar Báez
ETILIT (Equipo de Trabajo e Investigación Literarios)
Santo Domingo, 2005.
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