Nunca se habla bien de un personaje como Roberto Bolaño. Bueno esto se daba cuando estaba vivo. O sea cuando respiraba y escribía como un perfecto esquizofrénico al borde de un colapso carnal. Ahora que ha muerto, es decir ha dejado de respirar y escribir, quizás esté compartiendo con alguien famoso en el cielo, que puede ser el mismísimo Dios (que me perdone por lo que voy a decir). Comentando la obra de Neruda, García Márquez, Vargas Llosa. De seguro Bolaño lo estará refutando y fumando como loco las pipas eternas. Para qué tanto esfuerzo se preguntará. Casi como una interrogación marcada por el fatalismo o su temperamento. De hecho ni en cielo la obra de Borges, de Bioy, de Macedonio se reconoce. Por eso es mejor no esforzarse. O mejor dicho no tratar de ser buen escritor. Sino ser el escritor matón, el escritor que busca respetabilidad como acostumbraba a decir este personaje de grandes anteojos y pelo un poco desordenado. Podría ser que esos paisajes que sólo conocen los famosos, en donde gozan del respeto de un público (advierto que no es un público ignorante), porque durante toda su vida literaria han juntado puntos con las ventas de sus libros y han ganado concursos de venta de material literario; sea la estepa de un grupo reducido de marketeros, o escritores capitalistas. ¿Qué les queda a los rusos, o a los escritores de los países de la ex Unión Soviética?, que si bien en materia de humor son una mierda, en el ámbito de la literatura son buenos, o muy bueno, hasta paisajista. Y qué nos queda a nosotros "la nueva narrativa latinoamericana". Esperemos que la Iglesia del Protectorado Literario nos haya mentido. Por el momento sigan escribiendo, si quieren con falta de ortografía, o sin temática libre. Pero procuren no vender, ya que ese paraíso del realismo mágico y el capitalismo literario en realidad es un verdadero campo minado. Roberto, tienes mucho que perder. Ojalá tu obra caiga en lo mismo que atacó. El capitalismo. Sólo tú sabes el por qué. |