El sol me dice adiós
y yo le digo adiós a la tarde.
Las aves elevan su vuelo último del día,
mientras suelen cantarse
entre trinos de melodías
un hasta mañana
donde habrán de reencontrarse.
Adiós sencillo, casi vano.
Me estrecha la tierra húmeda,
para despedirse las manos
con las suyas que son de barro,
de hierba verde y hojas del mismo color.
Quietud y un disco estropeado
Repite monótonamente sus mismos sones,
como viejo cansado y sin oratoria
que sólo tiene memoria
para algunos colores.
Me observa la habitación
tranquila y sin alterarse:
Parece estar acostumbrada a lo mismo,
a esto que hoy vivo.
¿Y qué es?.
Sólo quietud
y un vivir sencillo,
con una gran multitud
de yo solo y tranquilo,
en donde el humo de un cigarrillo
es artista y pinta modérnamente
sin pinceles y sin banquillo,
con colores transparentes
y continuados como hilos,
como hilos desvanecientes
en el aire y sin filos.

04.09.76