-Es un hombre fascinante. Me sale al paso todas las noches para decirme alguna gentileza… Es tan buen mozo, tan elegante.
-¿Y sólo lo has visto de noche?
-Si, cuando regreso de mi trabajo. En cierta forma yo siempre espero encontrarlo en esa esquina para verlo sonreír. Tiene una dentadura perfecta, divina, inimaginable en la boca de quienes frecuento…
_ ¿Y no será un sátiro, un depravado?
-¿Cómo se te puede ocurrir tal disparate? Es un ser especial, de una finura inigualable. En sus ojos se refleja su alma y ella me dice que es un ser noble, transparente, de hermosos sentimientos. ¡Ay Dios! ¡Parece que me estoy enamorando!
-¿Y por que no lo invitas a casa? Con todo lo que me has contado, sería un agrado conversar con él. Podrías conocerlo mejor tú también.
-No, él es un hombre muy ocupado, un artista, parece. Por eso, sólo se ve de noche. ¿Qué artista que se precie, se dejaría ver a la luz del día?
-Tienes mucha razón.
Felisa se fue a dormir feliz y esa noche soñó que danzaba en los brazos de ese esbelto varón. Al día siguiente, en su trabajo, soñaría despierta con ese ser tan dulce que, por supuesto, la esperaría puntual en esa misma esquina, a escasas dos cuadras del Cementerio de La Chacarita…
|