EL VISITANTE
Se había perdido. Volvió a consultar el plano de carreteras con la intención de descifrar el solitario lugar en donde se encontraba. Pensó en retroceder, en volver para atrás, pero ante el cansancio que sentía y la oscuridad de aquella hora tardía, decidió esperar hasta la llegada del nuevo día.
Luego de reposar toda la noche, se incorporó entumecido. Abandonó el automóvil. A su espalda se alzaba un viejo y, en parte, desmoronado castillo. Decidido a conocer si alguna persona se encontraba en la fortificación, cruzó un verde prado, hasta llegar por un estrecho camino, hasta la entrada de la antigua fortificación. Sin intención de golpear la puerta, los herrumbrosos goznes de la pesada madera, crujieron lentos y sorpresivos, hasta permitir su entrada en el amplio interior.
Antes de traspasar el húmedo umbral, el ocasional visitante dudó por un momento, hasta conseguir dominar el temeroso sentimiento que le atenazaba. En el interior un cegador resplandor, terminó por forzar su curiosidad, una inesperada curiosidad, que precipitó su entrada en la grandiosidad de la desconocida estancia. La puerta, detrás de sus espaldas, terminó por cerrarse lentamente.
Fue entonces cuando pudo ver, una pantalla electrónica gigante encendida, desafiante, cegadora. Escudos, armaduras, espadas y leyendas, se hicieron presentes. Desde la pantalla, rozando la banda derecha, colgaba un pendón rojo Visitante pobre bueno, pero inculto no , se permitió leer en las sabias palabras escritas en oro.
Delante de la misma pantalla, hay una redonda mesa de madera. Situado en el centro del gigantesco diámetro, se destaca un monitor con su negro teclado. Está conectado, cuando en el centro de la brillante pantalla, el visitante, puede leer: ACRÓSTICO : EH CREMA. Como instrucciones en el monitor, se puede leer; Acróstico, no se abrirá, la puerta de este Castillo, sin descifrarlo. Por cada error, desde la base inferior de esta pantalla gigante, se disparará una flecha envenenada. Suerte
El asustado visitante observa a su alrededor, mientras el silencio, se hace más estremecedor. No hay nadie, tendría que ver a alguien, pero termina convencido de que, ante el impensado y escalofriante reto, nadie le ayudará. Sobre la mesa, cercano al monitor, hay un pergamino, y un tintero junto a una larga y coloreada pluma de ave.
En el pergamino aparece escrita una palabra. El trazo de la escritura es caótico, muestra evidente de que con anterioridad, más de uno, ha intentado resolver aquel extraño acróstico. La primera línea dice; EH CREMA. La segunda HER-MECA.
El visitante se sienta en la butaca, en el centro ovalado de la expansiva soledad de la mesa interminable, cuando empieza por leer las dos líneas. Abandona la rústica butaca de repente, mira detrás de ella, esperando encontrar una flecha, bajo la sombra de la gran mesa. No encuentra ninguna, en la madera de los muebles cercanos, no hay señal alguna. Atemorizado por el pánico grita ¡ un cadáver ¡- pero no lo ha encontrado todavía.
Toma el yelmo de una armadura, se protege la cabeza, para reposar sobre la butaca de nuevo. Las dos palabras siguen parpadeando en la luminosa pantalla... y escribe; HER-MACE...y de repente...¡ zoom ¡ la primera flecha...¡bang! el estrépito en el yelmo. El ensordecido jugador descubre su cabeza, deposita el pesado yelmo sobre la mesa, y se alza en un intento de vana huida, para pasear por el inmenso salón, sin dejar de pensar en el maldito acróstico.
Inesperadamente, en un rincón oscuro, descubre un gramófono, como olvidado, no obstante que sobre aquel, no aparece ninguna mancha de polvo. Lo hace funcionar. Deja caer la aguja al principio del disco. El disco vuelve a girar, desde el principio, guar - da il ma - re co - m´é bel - lo se oye cantar al tenor. ¡ Sí, el mar !... el mar, se había perdido en un carretera sobre las rocas del mar.
La aguja sigue girando sobre el disco brillante. El cantante se escucha melodioso, mientras canta: e tu di ciio par - to ad - di - o Tàl - lon ta - ni dal mio co - re, ques ta ter - ra dell´ a mo -re, hai la for - za di la - sciar... En ese momento, la pantalla, vuelve a parpadear
Te quieres ir.¡ Puedes irte.! Interpreta el visitante envuelto en su desesperación. ¡ Tienes la clave para marcharte !
El agobiado corre hacia el monitor, toma la pluma de ave, y escribe: Primera línea, EH CREMA. Segunda línea HA CEMER. Tercera línea CHE MARE. El En el teclado, el visitante acierta a escribir, CHE MARE. El monitor parpadea, segunda, CHE MARE, tercera CHE MARE. El gramófono se dispara... Tor -na a Sur rien - to non far - mi mo - rir La pantalla gigante vuelve a lucir, cuando con un seco roce lento y sonoro, comienza a abrirse la puerta. Detrás de ella, estalla el sol.
El visitante huye alocado y al cerrarse la puerta de nuevo, no puede contener las lágrimas. Le llora la conciencia de un hombre nacido con cien años. El viaje a Italia, lo recordará; por siempre y para siempre.
Dentro del castillo, la voz del gramófono, potente y bien melodiosa, seguía sonando...non far - mi mo - rir ¡...
.Qué bella, qué triste melodía, seguía repitiéndose en su feliz huida, aquel culto visitante...
Robert Bores y Luís
P. de A.11-10-1996
De- Mis cuentos-
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