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Desde que había comenzado su día un dolor de cabeza la había perturbado, era un sábado de enero por la tarde, el calor se elevaba más arriba de lo soportable y el único medio para refrescarse era una ducha de agua fría, que por lo demás odiaba. Por desgracia, o quizás no tanto ya que en aquello lugares hay aire acondicionado, debía dirigirse al mal para comprarse ropa para ir a la playa, cuestión que por lo demás siempre hacia la primera semana del nuevo año aprovechando las rebajas post-navideñas. Tras tomarse el café helado extremadamente refrescante y, ergo, revitalizante salió de su casa dejándola con llave, cogiendo el auto y dirigiéndose directo a su destino.
El trayecto largo no fue, caluroso obviamente, con alguna que otra vieja atontada con el calor que le tiran el auto encima y uno que otro mocoso que va como las velas, pasándose unas cuantas rojas, para llegar quizás donde; la cosa es que al fin y al cabo fue un viaje normal, común y silvestre. Los pájaros no cantaron en todo el trayecto ni, en realidad, se habían visto de hace unos cuantos días donde la mayoría salió de la ciudad. Tras entrar a la tienda fue inmediatamente atendida por una gentil dama de mediana edad, con el pelo lacio, recto, canoso y de caída bastante fome, con una cara pálida, sin expresión – no, no la habían operado… aún –, con unos ojos vacuos, como si se le hubiera perdido el alma años atrás, quizás cuando su último amor se fue por otra y le dejo, con un grado de desprecio no menor, una pequeña nota bajo su almohada después de hacer el “amor”; creo que decía algo así: “Cariño, me encantó metértela esta noche, pero fue sólo eso, me voy con mi amante a la India, de paso me llevo tu alma, dicen que allá pueden hacer maravillas con ellas y quizás te la puedan arreglar o por lo menos limpiar, harta falta que le hace la verdad. Si mañana eres incapaz de emitir cualquier emoción pues ya sabes. Nos vemos, aunque espero que no”. Cosa que notó inmediatamente, pues no era la primera persona que conocía que le pasaba algo parecido, de hecho, a la hermana de su novio le pasó un par de años atrás, en estos momentos viaja por el lejano oriente en busca de su alma al saber que, o bien encontraba al hijo de puta que se la robó o encontraría en algún antiguo templo perdido en la selva, la montaña o improbablemente en el fondo del mar, un monje que le dijera cómo recuperarla sin encontrarlo – aunque había una tercera opción, que muy poca gente conocía y era mediante el sacrificio sistemático de putas analmente vírgenes, preferentemente ciegas y, con suerte porque si es así con tres bastaba, casadas.
La compra se hizo larga, la señora le mostró más de cincuenta bikinis, quince trikinis, diez trajes de baño de cuerpo entero, veinticinco bikinis altamente eróticos, estando aquí su primera elección, y otro quince anti-eróticos – o popularmente conocidos como los “mata pasiones” –, de donde eligió uno verde vómito bastante especial. Al momento de ir a buscar toalla hubo un repentino apagón, acto seguido la temperatura empezó a ascender y una bruma de los pies de la señora a aparecer. El olor que esto último despedía era de un olor casi empalagoso, de una belleza suprema, haciéndola embargarse en un estado de felicidad mientras caía rendida en los brazos de Morfeo que la mecía suavemente.
Al poco rato despertó, alegre, en el suelo de la tienda. No sentía ni calor ni frío y una neblina verduzca cubría todo el recinto. A los pocos segundos a haber abierto los ojos llegó la señora, extrañamente con una sonrisa en el rostro y unos lentes oscuros, los cuales ciertamente no se necesitaban en aquellos momentos al estar la tienda en penumbras. Hola niñita, ¿cómo te encuentras?, me sentiría muy mal si me contestaras que mal. Suspiró alegremente. Sí, sí, sí, lo sé, el aroma es sumamente agradable, yo lo creé hace muchísimos años, cuando tontamente creí que a través de los olores podía recuperar la capacidad de amar, era un rumor que circulaba al otro lado del pacífico entre la gente del mercado de los sentidos, ¿te imaginas uno de esos mercados acá? Por supuesto que no, cómo te vas a imaginar uno si nunca lo has visto. No, no intentes moverte, no podrás. Y claro, tampoco podría haberlo, aquí se han vuelto demasiados quisquillosos con estas cuestiones del higiene, de que los escalpelos deben ser usados sobre solamente una persona, una vez y luego a la basura, cosa imposible de realizar allá, si con suerte llega un embarque decente cada unos tres meses, cuestión por la cual los productos se venden sumamente barato y, claro está, con algún desperfecto, pero todos menores. Mira niñita, si esto no resulta será mi último intento, estoy cansada de tener que hacer toda esta faramaña para conseguir buenas candidatas, los hombres ya no me sirven, saqué lo único que se puede sacar de ellos y eso no es mucho, pero lo pertinente como para que esté aquí parada en total control de la situación y tu completamente indefensa. ¡Ah!, que rico hueles y que hermoso son esos ojos verdi-azul que tienes, perfectos, realmente perfectos, no recuerdo haber visto unos mejores que estos. Si esto resulta te ayudaré luego, conozco muchos buenos lugares donde podrán arreglar tu situación. No, tampoco puedes hablar, no, no intentes emitir sonido alguna porque no podrás. Por qué todas tienen que ponerse a llorar, no sabes la envidia que me da. En fin, si quiera puedo sonreír ahora, es el único fruto del aroma que estas oliendo en estos momentos, así que sonríe. Sí, sí, ves, ahora luces más bonita. Dime, con cuántos te has acostado, a cuántos hombres has cautivado con esos ojos y bueno, tus piernas y culo no están nada de mal, puede que algún día pueda tener una como las tuyas. Hace tanto que no disfruto el sexo, siempre es lo mismo, todos saben igual y es porque no puedo obtener, ver, ese sazón que los diferencia a cada uno de ellos, y es que no puedo verlos como debería, se observan vacuos, tal cual lo notaste en mi al entrar, y, por desgracia, es totalmente culpa mía, nunca debí meterme con ese tipo. Creo que es hora.
Al terminar de pronunciar dichas palabras observó que sus manos habían estado todo el rato cubierta por unos guantes de cuero negro que denotaban un pequeño bulto en la palma de la mano. De su bolsillo sacó un collette para amarrarse el peno, todo sin dejar de mostrar una amplia sonrisa de dientes perfectos, para luego proceder a sacarse los lentes. Al hacerlo, un horror espectral invadió su cuerpo ya paralizado, gritó con todas sus fuerzas aunque sabía que no podía hacerlo, de alguna manera pensaba que ella en su mente se escucharía y le aliviaría de alguna manera; las cavidades de sus ojos se encontraban vacías y dentro de ellos se veía la nada, el principio y el fin. Con esas cavidades profundas se dedicó a observarla, se sacó los guantes dejándose ver el porqué de los bultos: un corte longitudinal y abultado atravesaba la palma dejándose entrever al medio de éste unas pequeñas y afiladas puntas blancas y, mientras ambas manos se dirigían directamente a sus ojos, el corte se abrió de manera completa delatando algo así como dos pequeñas y hambrientas bocas de forma ovalada que no dudaron en posarse sobre su globos oculares.
Dulces sueños mi niña. Nos vemos mas tarde.

Texto agregado el 25-07-2008, y leído por 258 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
31-07-2008 Yo le encuentro un buen tema, con suspenso, pero como dice Gina, la inclusiòn de algunos datos podrìan ser podados para mejorar el texto, tienes estilo y mucha imaginaciòn. doctora
30-07-2008 Creo que se hace algo densa la narración cuando empiezas a describir la vida de una simple empleada de la tienda, que supuestamente no es más que eso. A veces me sentí leyendo oraciones que no me llevaban a ningun lado... por eso acortaría el cuento, pues al final se desvela todo, aunque me dejó con una sorpresa demasiado tenue. Saludos. gino
25-07-2008 no me gusto mucho, quizas porque no esperaba algo tan inesperado y a la vez macabro..besote almaguerrera
 
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