José aparece de golpe en mis labios, yo sólo sonrío con los ojos cerrados… me gusta la vigilia, creer que las cosas están pasando en verdad. El no me dice nada, solo está, se siente vehemente y suave, suave así como lo quiero. El no me dice nada, igual que siempre. Yo espero que abra la boca y en vez de sacar la lengua diga que esa lengua es mía, yo espero que abra la boca apenas un poquito y me sople los ojos como niño.
A veces lo beso a ver si dejo de sentirme sola de una vez y por harto rato, pero todavía no pasa, y aún no me canso de esperar. Y espero pensándolo, me gusta creerlo cerca, no me siento triste, apenas a veces un poco, soy feliz amándolo de mentira, amándolo en mis desvelos, a media luz, entre mis sábanas de niña sola, imaginando cómo sería su mano sobre mi cuerpo, cómo respiraría en mi cuello.
Antes de dormir recuerdo cómo duerme, le vuelvo a mirar la boca a ver si ahora dice algo, pero no, duerme con los labios juntos, insinuantes, impávidos, sin ley.
Y me quiero dormir enterrada en su pecho, con el cuerpo caliente, asfixiada de su abrazo, cerca de su boca… así en vigilia aparecerá otra vez de golpe en mis labios y yo tendré otra mañana para esperar que hable, que diga que me quiere, que me regala su lengua, que ya no quiere callar. |