Mundo háblame de ella.
Llévale mi voz doliente
hasta sus sentidos esperanzados
y déjale escuchar mi palpitar
hasta que comprenda mi esperanza.

Soy el Sol que se funde
en su calor propio de sed
por la Luna lejana de Enero.

Y en sus manos de llamas
el recuerdo cálido de su cuerpo,
y en mis labios el mismo recuerdo.

Caigan, caigan las horas
sobre las horas de espera.
Y el tiempo nos aleja, como la distancia,
sin saber que nos une
en la distancia misma.

Cada vez el Sol se funde más
y su sed se advierte en mi ser
de Enero, en llamas esperanzadas.

Mundo déjame ver la Luna.
Háblame de ella, dime como está,
para que el Sol mío calme su sed.

Luz, déjame ver la oscuridad que hay
en el corazón del Sol de Enero
y las posibles sombras de la Luna
al encontrarse los dos astros lejos
sin tener el placer de reencontrarse.

Y la noche oculta al Sol,
y la Luna sólo es recuerdo,
recuerdo en el tiempo.

Nadie, nadie corre la cortina
que la distancia a puesto de noche,
en el tiempo... entre los astros.

¡Hay de los pliegues de la Luna
cansados de mi aliento,
pero ansiosos de más de él,
y de mis manos su cuerpo,
y mis manos de ella,
y todo mi cuerpo, y todo mi ser!.
19.01.77