La línea que abraza el maple de su pupila cambia de color cuando esta por besarme, se vuelve un gris intenso, un gris profundo, que no siempre puedo apreciar al sentir la humedad de su boca.
No hay nada más encantador que sus ojos, los que me han enseñado a entender el misterio de su pensamiento.
La forma de sus dedos, el aroma de su cuerpo, el sabor del encuentro, a veces dulce, a veces incierto, el ritmo de su virilidad que me domina, la sorpresa cuando me descubre sin miedo, desinhibida al desnudo entre sus sueños, su preocupación por llenar la obscuridad de mi sexo ignorando que ya ha traído la luz.
Y en él, se llenan las ganas, pero no se ahoga la pasión y se mitiga el ardor que queda cuando has amado, en sus brazos, en la embriagadora forma que tiene de consolar mi soledad.
Como describir sin limitar sus cualidades, como expresar sin confesar la verdad, cuando volverá para ignorar la realidad, para mojar mis fantasías.
Mírame amor, háblale a mis bajos instintos, seduce mi poca cordura, que me pierdo en el espacio donde no estás, y me acosa la paranoia de otra mujer que me roba lo que todavía no me das.
Déjame entrar, y trae contigo las noches que te di, haz prisionera mi voluntad de tu mirar y sálvame de mi padecer.
No hay nada más encantador que sus ojos al despertar, los que saben que me encontraran la mañana siguiente.
pertenecernos será nuestro secreto, seremos solo tú y yo, inmersos en nuestro proceder… y yo en sus ojos
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