Oh¡ qué bello ideal cuando
lo nuestro aún despertaba
y tu alba era mi aurora.
Mi sed encontró en ti el manantial
y tus besos fueron fuente fresca
de dulzura, que saciaron mi vida
hasta desangrarse en caricias.
Oh, para entonces sembré en ti
la semilla de todo mi futuro,
y hundí en tus aguas
el velero de mi recuerdo,
que fue deshaciéndose
y cayó como miel en el polen,
y fui trobador y mensajero
de un futuro por llegar.
Para entonces cogí la luz
y forjé para ti una lámpara
que diera el amanecer en tu vida.
Y al vuelo nacieron mil palomas blancas,
que llevaban sobre sí
el arcoiris de mi suerte
para enterrarlo en tu selva.
Balada, balada de alegría y vida
cantaba la palidez de sus alas
y el dulzor de sus ojos
se esparcía al vuelo.
Rocío de ternura y el alba amanecida,
vaciaron sobre nosotros
y coronaron mis sueños
con el perfume que esperé siempre.
Y el sol que llevabas tú
era la luna que en mí nacía,
y tus manos se quedaban tristes
en el placer de mis ansias,
para tener amanecer en cada instante
y comenzar a vivir, pero de día
y no deseábamos mas nada
que el fruto de nuestro huerto.
Moría la sencillez de la vida
y nacía nuestra sencillez,
para inundarse en nosotros,
en cuando las fuerzas estuvieran
vírgenes nuevamente en nuestros cuerpos
y pudiéramos tener el valor
de cantar nuestra canción con entereza.
Mañana tibia y plena
que surgió de una noche
en que las estrellas estaban ausentes
y todo nuestro día se cubrió
con el sol que ambos encendimos,
para que no acabara nunca,
y se nos entraron los minutos,
y las horas traspasaron nuestras manos
hasta llegar a la tarde que no quisimos,
ni menos que brillara la luna
no teniendo la luz para coger.
Pero lo sabíamos y la noche
no esperó a que yo estuviera preparado
para lanzar mis palomas negras
con el luto de mi amor
por nuestro día muerto,
y alzaron vuelo hasta tocar mi estrella,
y le quitaron la luz que tenía.
¿Qué pasa que el día se oscurece
con el luto de su vuelo,
y nuestra noche está en el día
para ocultarme el sol
y decirme que no habrá
ya un nuevo amanecer?.
—Porque a mí quebraste las alas
y apagaste mi estrella
con el luto que aún no quiero ver.
Y el olvido, ¿ dónde está el olvido?.
¿por qué también no se pone el sol
en el recuerdo que está en mí?
Dejaré volar mis palomas oscuras,
pero enviaré una blanca de esperanza
para que el futuro se me quede claro.
—Vuelen, vuelen palomas pero aléjense
que aún en mi hay vida,
y dejen luto por el recuerdo con el olvido,
que ha de venir porque soy hombre
y viviré aunque no lo quiera.
29.12.76
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