JESUS, HIJO DE DIOS
El Hijo de Dios no es inferior en modo alguno al Padre, porque, como El mismo declara “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18), y El reina por los siglos de los siglos. El tomó la forma humana, hecho semejante a los hombres, para llevar en sí mismo la maldición del pecado. “Al que no conoció pecado, por nosotros se hizo pecado” para llevar en sí, el precio del pecado. “Destruyó por medio de la muerte, al que tenía el imperio de la muerte, esto es, el diablo” (Hebreos 2:14). Dios se hizo humano, para morir por cada ser humano que deposite su fe en Cristo Jesús. Tomó nuestro lugar y sufrió la muerte, “y muerte de cruz” pues “sin derramamiento de sangre, no hay remisión (perdón) de pecados” (Hebreos 9:22). Jesús derramó Su preciosa Sangre, hasta la última gota, por amor a ti y a mí. De acuerdo a los expertos, al morir, Jesucristo no tenía sangre en Su Cuerpo. Cuando le clavaron la lanza en el costado, salió agua y sangre, signo indubitable de su desangramiento. Tenemos alrededor de 5 litros del vital líquido que contiene la vida. “La vida de la carne en la sangre está” (Levítico 17:11). En la Ley decía que “la misma sangre hará expiación por la persona” (Lev. 17:11b). Entonces, Jesús expió con el derramamiento de Su Sangre, el precio del pecado de todos los que creen en El. La tarea del hombre, es creer en Cristo como Salvador, y recibirle en el corazón. No podemos hacer nada por nosotros mismos para obtener esta salvación. “La dádiva (el regalo) de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Ro. 6:23b). Tu tarea, amable lector, es creer en Jesús como Tu Señor y Salvador. Entregarle todo tu ser con una sencilla oración, y recibir por fe, la vida eterna. Ese es el anhelo del corazón del Dios hecho hombre: Que creas en El, y creyendo, tengas vida en su nombre... ¿Quieres darle tu vida en este momento?
Repite esta oración con fe:
“Señor Jesús: Reconozco mi pecado. Perdóname. Te recibo como mi Señor y Salvador. Entra en mi vida y sálvame. Te lo ruego Jesús. Amén”. Si lo has hecho con fe, tienes vida eterna. El Dios hecho hombre está en ti y nunca te dejará... ¡Alabado sea Dios!
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