Cuando la comunicación epistolar era un arte, fluían las cartas entre intelectuales o personas comunes para darse a conocer sentimientos e inquietudes, o simplemente para narrar situaciones vividas. Hoy en día tal práctica se mantiene sólo entre grupos de “melancólicos”, clubes de amigos que se niegan a presenciar la muerte de aquellos tiempos, porque en nuestra época nadie tiene tiempo para sentarse a escribir una carta “de verdad”. Esta vez La Columna del Miércoles trae una recopilación de cartas famosas para recordar juntos ese viejo arte.
En 1933, cuando Hitler asumió el poder, Albert Einstein abandonó su nacionalidad alemana para refugiarse en los Estados Unidos, en donde se dedicó a la enseñanza en Princeton. En 1939, a pocas semanas de que se iniciara la Segunda Guerra Mundial, supo que los alemanes eran capaces de fabricar una bomba atómica. Ello lo motivo para dirigirle una carta al entonces presidente de los Estados Unidos, Franklin Roosevelt proponiendo un programa para investigar los alcances de la energía atómica. La siguiente es la misiva escrita por Einstein:
“Peconic, Long Island 2 de agosto de 1939
Franklin D. Roosevelt
Presidente de los Estados Unidos
White House, Washington, D.C.
Señor:
Algunos recientes trabajos de Enrico Fermi y L. Szilard, los cuales me han sido comunicados en manuscritos, me llevan a esperar, que en el futuro inmediato, el elemento uranio puede ser convertido en una nueva e importante fuente de energía. Algunos aspectos de la situación que se ha producido parece requerir mucha atención, y si fuera necesario, inmediata acción de parte de la Administración. Por ello creo que es mi deber llevar a su atención los siguientes hechos y recomendaciones:
En el curso de los últimos cuatro meses se ha hecho probable –a través del trabajo de Loiot en Francia así como de Fermi y Szilard en los Estados Unidos-el inicio de una reacción nuclear en cadena en una gran masa de uranio, por medio de la cual se generaría enormes cantidades de potencia y grandes cantidades de nuevos elementos parecidos al uranio. Ahora parece casi seguro que esto podría ser logrado en el futuro inmediato.
Este nuevo fenómeno podría ser llevado a la construcción de bombas y es concebible –pienso que inevitable- que puedan ser construidas bombas de un nuevo tipo extremadamente poderosas. Una sola bomba de este tipo, llevada por un barco y explotada en un puerto, podría muy bien destruir el puerto completo, así como el territorio que lo rodea. Sin embargo tales bombas podrían ser demasiado pesadas para ser trasportadas por aire.
(…) En vista de esta situación usted podría considerar que es deseable tener algún tipo de contacto permanente entre la Administración y el grupo de físicos que están trabajando en reacciones en cadena en los Estados Unidos. Una forma posible de lograrlo podría ser comprometer en esta funciona una persona de su entera confianza quien tal vez podría servir de manera extraoficial. Sus funciones serian las siguientes:
a) Estar en contacto con el Departamento de Gobierno, manteniéndose informados de los próximos desarrollos (…)
b) Acelerar el trabajo experimental, que en estos momentos se efectúa con presupuesto limitados de los laboratorios de las universidades, con el suministro de fondos.
(…) Tengo entendido que Alemania actualmente ha detenido la venta de uranio de las minas de Checoslovaquia, las cuales han sido tomadas. Puede pensarse que Alemania ha hecho muchas acciones, porque el hijo del Subsecretario de Estado alemán, von Weizacker, está asignado al Instituto Káiser Guillermo de Berlín donde algunos de los trabajos americanos están siendo duplicados.
Su Seguro Servidor
Albert Einstein”
Salvador Dalí nunca ocultó su enemistad con Pablo Picasso. Es memorable el discurso cuando el artista catalán mimado de la intelectualidad expresó una serie de frases como "Picasso es español; yo también"; "Picasso es un genio; yo también", para concluir diciendo: "Picasso es comunista; yo tampoco".
La siguiente carta escrita por Dalí para Picasso deja ver esa extraña y muy ambigua relación que mantuvieron ambos artistas. Se dice que Dalí admiraba mucho a Picasso y eso lo llevaba a ser uno de sus más grande críticos.
“Pablo:
¡Gracias! Tus últimas pinturas ignominiosas han matado el arte moderno. Según tú, con el gusto y la moderación que son las verdaderas virtudes de la prudencia, hubiéramos tenido una pintura cada vez más y más fea, al menos durante cien años, antes de conseguir tus sublimes adefesios esperpentos. Tú, con toda la violencia de tu anarquismo ibérico has llegado al límite y a las consecuencias finales que deseabas, marcándola con el sello de tu propia sangre. Ahora todo lo que queda es volver los ojos una vez más a Rafael.
¡Dios te salve!
Salvador Dalí”
A manera de demostrar que el “cibersex”, hoy tan difundido, no es cosa nueva, sino que se practicaba desde la antigüedad, aunque los mensajes candentes no eran recibidos con la rapidez que hoy permite el Internet, veamos la carta del célebre autor de “Madame Bovary” Gustave Flaubert dirigida a su esposa Louise Colet:
“Agosto 15 de 1846
Louise:
Te cubriré con amor la próxima vez que te vea, con caricias, con éxtasis. Deseo atiborrarte con todas las alegrías de la carne, de modo que te desmayes y mueras. Quiero que seas sorprendida por mí, y para que te confieses a ti misma que nunca siquiera habías soñado con tales transportes... Cuando seas vieja, quisiera recordaras estas pocas horas, yo quisiera que tus huesos secos temblaran con alegría cuando pienses en ellas.
Gustave Flaubert”
Terminamos esta columna epistolar con la carta que escribió la novelista francesa, filósofa existencialista y feminista Simone de Beauvoir al filósofo, dramaturgo, novelista y periodista político Jean Paul Sartre
“Querido pequeño ser:
Quiero contarle algo extremadamente placentero e inesperado que me pasó: hace tres días me acosté con el pequeño Bost. Naturalmente fui yo quien lo propuso, el deseo era de ambos y durante el día manteníamos serias conversaciones mientras que las noches se hacían intolerablemente pesadas. Una noche lluviosa, en una granja de Tignes, estábamos tumbados de espaldas a diez centímetros uno del otro y nos estuvimos observando más de una hora, alargando con diversos pretextos el momento de ir a dormir. Al final me puse a reír tontamente mirándolo y él me dijo: "¿De que se ríe?". Y le contesté: "Me estaba preguntando qué cara pondría si le propusiera acostarse conmigo". Y replicó: "Yo estaba pensando que usted pensaba que tenía ganas de besarla y no me atrevía". Remoloneamos aún un cuarto de hora más antes de que se atreviera a besarme. Le sorprendió hacía tiempo que me amaba. Le he tomado mucho cariño. Estamos pasando unos días idílicos y unas noches apasionadas. Me parece una cosa preciosa e intensa, pero es leve y tiene un lugar muy determinado en mi vida: la feliz consecuencia muchísimo que le dijera que siempre había sentido muchísima ternura por él y anoche acabó por confesarme que de una relación que siempre me había sido grata. Hasta la vista querido pequeño ser; el sábado estaré en el andén y si no estoy en el andén estaré en la cantina. Tengo ganas de pasar unas interminables semanas a solas contigo.
Te beso tiernamente,
Tu Castor.“
En Cancún, costa mexicana del Caribe”
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