El Buceador
Un día mas me encuentro buceando en las profundidades, buscando quien sabe qué. Suele estar oscuro por estos rincones, aunque a veces todo resulta tan claro como el aire mismo.
Lo mejor de este mar es que siempre es distinto, siempre que me sumerjo encuentro cosas diferentes, cosas hermosas, cosas que siempre oculté y pretendo seguir haciéndolo, cosas que se asoman como animándose a mostrar su realidad y yo las acepto, de a poco. Un poco. Solo un poco nada más.
Hoy me he sumergido, esperando llegar al lecho de mi alma, recostarme sobre ella, verla desnuda, tratar de entenderla.
¿Por qué hablar en tercera persona cuando se habla de uno? Tratar de entenderme.
Desciendo por senderos oscuros, siempre siguiendo la luz que como el destino de un faro, vaga errante sin detenerse, y así avanzo, entre recuerdos que salen a mi encuentro.
Algunos son fugaces, tan solo imágenes que apenas logro percibir, algunos se quedan a mi lado y me acompañan parte del trayecto.
¿Por qué será que casi siempre se me pega uno de esos recuerdos bien molestos? Uno de esos que cuando le golpean la puerta a uno, se hace el desentendido y hace silencio esperando que de la media vuelta y se marche.
Pero bueno, sea como sea sigo, es que me he acostado muy terco hoy, con la necesidad imperiosa de investigar, de averiguar, de buscar.
Detrás de una piedra veo a la nostalgia, es de color gris. ¿De qué otro color podría ser? Me acerco, quiero sentirla una vez más. ¿Acaso el dolor no nos hace sentir vivos? Sí, yo creo que si, definitivamente si. La miro, y una tristeza tan profunda me invade, y me siento vivo, me siento lleno. Pero debo seguir, no está bien abusar de las nostalgias, terminan reduciéndose a polvo, como aquella, aquella que estuvo dentro mío durante tantos años, que tanto visité, que tanto lloré, hasta que me abandonó.
Y también están los miedos, son una plaga, adonde quiera que miro los veo. Miedo a recorrer este camino, para qué decirles que hasta el mismo miedo al miedo de recorrer este camino esta dentro mío, y así sucesivamente. Recursivamente. Evidentemente hay verdades (si es que lo son) que uno no quiere conocer, que se niega a hacerlo. Supervivencia que le dicen.
Sigo recorriendo, sin nadar, sin andar porque al fin y al cabo para llegar adonde quiero no existen rutas, porque para llegar adonde quiero mucho menos existen piernas, siquiera pasos. Simplemente existen distancias, distancias relativas a estados remotos, a descubrimientos remotos, algunos falsos incluso pero que siempre renuevan las esperanzas de llegar a la verdad.
Mientras busco, pienso. ¿Podría no hacerlo? Y me desilusiono al pensar que soy demasiado pretencioso, tal vez debiera hacer como el resto. ¿O es que el resto también piensa en estas locuras?
¿Cómo no pensar si encontraré algo que no quiero? Además es muy probable, las mejores cosas uno las encuentra cuando no las busca, o por lo menos eso dicen las abuelas.
Finalmente me siento cerca, veo en el horizonte una claridad infinita, veo como la luz se hace clara, nítida y descansa sobre el lecho de mi alma.
Y a medida que me acerco me enceguece, es realmente hermosa, no se muy bien de qué se trata. No se muy bien qué es. Pero me atrae, me atrae y me da miedo.
Pero me acerco. Cuantas dudas se adueñan de mi proceder.
Siento algo extraño, algo que me ata a mantener esa distancia, me detengo, creo que sin embargo descubro algo en mí. Prefiero la búsqueda al encuentro, prefiero mantener esa luz en un cajón, prefiero ignorar la verdad. Prefiero buscarla, tan solo eso. Tal vez otro día tenga mas coraje, espero que no. Abro los ojos, una noche más sin dormir. Todo por buscar, todo por bucear, y sin embargo sigo seco. |