CAPITULO III

Así siguió con la lista, Castulo el de los abarrotes, que le dio la mano para que se la besara, mientras fue a comprar unas veladoras y el pobre se fue de trompa cuando le quiso besar la mano; ella nomás se carcajeo, gozaba humillándolos; era como si fuera su diversión, luego Everardo el hijo del sacristán, feo escuálido a ese nomás lo hizo desatinar, tiró el pañuelo delante él y cuando lo fue a rejuntar; ella maldosamente le dio un puntapié en el trasero, luego recogió su pañuelo y se fue corriendo burlándose de su travesura.

Así siguió con sus gracejadas, con Federico el secretario de la presidencia, con Gregorio el telegrafista, hasta llegar con el pobre de Meliton, pero lo que la hizo enojar; es que él, no le hizo caso a la primera; eso le dio en su orgullo y se juró hacerlo sufrir poquito a poquito…
No era que a meliton no le gustara Rosaura, al contrario toda su vida estuvo enamorado de ella, pero era muy miedoso, cuando veía que ella le sonreía y le hacia coqueterías pos nomás se le llenaba la vida de alegría, pero su miedo era más fuerte, por eso se agachaba y se iba, eso lo tomó Rosaura como desprecio, entonces le escribió una carta, pos como iba a perder la apuesta y no era por el sostén, sino por el orgullo tan grande que tenia, aquella niña mimada que nada en la vida se le había negado, como aquel pelado se le iba a resistir...