No te quedes callado, dilo...
¿Qué digo?
Dilo, no tengas miedo...
Pero es que...
¡Dilo, te estoy diciendo que lo digas! Nunca sabrás mi respuesta si no me lo dices de una vez.
No tengo nada que decirte.
Mira, pongamos las cosas en claro, ¿está bien? Yo sé quién eres y tú sabes quién soy. Digamos, por ejemplo, un minuto. El minuto sabe que está conformado por sesenta segundos, por lo general y los segundos saben se unifican en uno de los conceptos del tiempo llamado minuto. Así que debes decirme qué quieres.
Pero los segundos son parte de las horas también.
¿Me vas a decir?
No hay nada que decir.
¿Insinúas algo? ¿Estás así por tonto, chiflado, loco o es que en verdad eres tan inmaduro?
Tú eres el inmaduro.
¿Quieres intentarlo? ¿Ver la ley del más fuerte?
Te aprovechas. Crees saberlo todo porque estás fuera de mi alcance, pero yo puedo hacer que tú desaparezcas.
Si yo desaparezco, tú desapareces.
¿Y eso qué?
Nada. Dilo...
Dilo, ¿es lo único que sabes decir?
Sólo dilo, no importa lo que pasó antes, dilo...
Ya no puedo, pierdo el conocimiento, empiezan a maltratarme, intento moverme pero es en vano.
Vas a morir.
Vamos a morir.
Grítalo.
Mi boca está seca.
Muévete.
Mis músculos se paralizan.
Entónalo.
Mis labios olvidan toda canción.
Vas a morir.
Vamos a morir.
Grítalo. Hazlo ya...
El dolor me conmueve... "¡Piedad!"
Expiras...