Otra vez, sumido en la oscuridad,
otra vez, con mis ánimas caidas,
con la esperanza muerta en vida,
y la paciencia rota y desvanecida.
Otra vez, cargando mi estupides,
en el hombro imperfecto de tu huida,
sin borrar tus huellas indelebles,
ni con la mancha de tu sombra en mis ojos.
Ni con la perfecta ignorancia de mi ser,
bajo la desdicha flaca e incongruente,
del anormal sentimiento y perecer,
que borra tus amores y mis puentes.
Otra vez, caigo en tu fango de demencia,
en tu morbosa idea, de amor y odio,
en tu loca locura de mi poca paciencia,
en mi vaga estupides, de ser muy obvio.
Otra vez, y tal vez, otras más serán,
mientras aplago tu tonta inquetud,
de odiarme, y sentirte cada vez sin mi,
cada vez sin nadie, que solo viene a ser tú.
Que solo corrrompes las almas quietas,
almas felices, y son tres, tres que mudan,
conplaciendo tu vulnerable desdicha,
de amor necrómano, y odio estupido.
El Gabo
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