PREGUNTAS


Siempre me he preguntado por qué mi vida tiene que ser de este modo; por qué no puedo vivir en una hermosa casa; por qué debo hurgar entre la basura para poder encontrar algo de comer; por qué la gente me evita como si yo tuviese alguna enfermedad contagiosa. Estoy seguro de que la gente no me trataría de esta manera si no estuviera tan sucio, si mi pelo no estuviera tan largo y enmarañado, si yo tuviera un hogar...

Ya hace tres días que no comía y mis tripas estaban haciendo ruidos extraños. Estoy un poco mojado, porque hace un rato me caí a un charco de agua al esquivar un automóvil que casi me arrolla. Tenía mucha hambre. No me gusta robar, pero, dada la necesidad, debí hacerlo. Fui a la carnicería que está aquí cerca y, cuando el carnicero se distrajo, cogí un trozo de carne y corrí hasta ponerme a salvo del carnicero y las demás personas que trataban de golpearme...

La carne que comí ha calmado mi hambre y ahora que se hace de noche, mi principal preocupación es encontrar un lugar donde guarecerme del frío. Estoy muy cansado, porque hace un rato debí huir de unos perros que me atacaron en un callejón donde estaba buscando refugio...

El sol está por ponerse y yo aún no encuentro un lugar donde cobijarme durante la noche. Las noches han estado particularmente frías el último tiempo. En la calle por donde camino hay unos niños jugando con una pelota. Me acerco a ellos con la esperanza de que me den algo de comer o quizás sepan de un lugar donde yo pueda pasar la noche. Pero, cuando me ven, se alejan inmediatamente de mi. ¿Por qué le inspiro tanto temor a la gente?...

La noche ha caído y, como lo preví, hace un frío casi insoportable. Por suerte he logrado encontrar refugio entre unas cajas de cartón que estaban junto con la basura en un callejón oscuro. Trataré de dormir un poco, aunque con este frío es muy difícil hacerlo...

Me ha despertado un vago que me golpeó para que saliera de mi refugio improvisado y poderlo ocupar él mismo. He tenido que huir de él, ya que era demasiado grande como para poder disputarle el escondite.

Camino en el frío de la noche y vuelvo a preguntarme por qué he de vivir así, por qué incluso aquel vago me atacó; por qué no puedo tener una vida fácil, con una casa y comida todos los días. Y mientras apuro el paso para poder combatir así el frío, pienso que mis eternas preguntas no tienen ninguna respuesta. Y si la tuvieran, a nadie le importaría. Después de todo, tan solo soy un perro...