Llueve, callen gotas sobre el tejado, suenan ha melodías… suenan ha… invierno de “Vivaldi”.
Deseo estar recostada entre sábanas. Acorrucada, sintiéndote a mi lado, ¡como ayer en la tarde! tumbados sobre la cama, boca abajo, tú con tus manos bajo tu cuerpo, tu cabeza en la almohada, sonreías. Mi mano acariciando tus cabellos, tus labios y tu frente. Como dos adolescentes, solos, mirándonos a los ojos, después de habernos entregado a la pasión.
Te dije: ¿qué haces aquí, no había terminado contigo? ¡Sonreíamos!
"Sí terminas conmigo… me resignaré… sé que sufriré; pero también sé que, “¡nadie, nadie te amará como yo!”
No escuchaba las palabras que esbozabas, no, solo la expresión de tu mirada.
No pude articular palabra, se ahogaban en mi garganta, solo atiné mirarte y sonreír.
Mi otro yo intrépido, ese que te habla al oído bajito, rompía notas, diciéndome: será que vas a morir, ya que, tanta felicidad, no es normal en esta vida tan complicada.
Sigue lloviendo, te espero... no tardes amor…
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