El sol recarga en mi espalda.
Mi sombra cansada se inclina.
En la cúspide todo es diferente:
el cielo está más cerca,
rozo las nubes
y desde aquí
los árboles parecen hierba.
Me lavo los ojos en el rió,
lleno el hueco de mis manos
y corre el agua por mis labios.
Me siento tan intenso,
que podría brincar hacia los árboles
como un mono que juega a los disparates.
Texto agregado el 18-07-2008, y leído por 345
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