MELANCOLÍA Y TERNURA

Dicen que la mirada de esa mujer inspira ternura, que es como una madre observando cariñosamente a sus hijos, atenta a lo que les suceda, pronta a socorrerlos, a consolarlos, a acogerlos bajo sus brazos. Sin embargo, nunca he escuchado que digan que también podría ser una mamá dispuesta a jugar con sus niños. Tal vez por eso a mi me parece una mujer triste, más que ternura, en su mirada veo reflejos de una profunda soledad. ¿Será que está cansada de que le vean sólo como una madre protectora y no como una madre amiga, compañera?

Siento que la han condenado a soportar una carga muy pesada, matando incluso a la mujer que hay en ella. Se la supone siempre al servicio de, sin derecho a pedir nada. Creo que a nadie se le ha ocurrido que puede ser coqueta, o tener ganas de aprender cosas, o incluso que pueda tener condiciones para hacer muchas cosas más que ser madre.

A veces me dan ganas de sentarme a conversar con ella, y preguntarle cómo está, cómo es realmente su vida, qué sueños tiene, pero me he quedado sólo en la intención, y no pocas veces se me olvida que está allí, paso de largo ignorando su presencia.

Incluso una vez ayude a organizar una fiesta para ella, vino mucha gente, y creo que lo pasaron muy bien, yo ni siquiera alcancé a acercarme para saludarla pues estaba ocupada haciendo cosas, igual que Marta que, en vez de sentarse a los pies de Jesús perdía su tiempo haciendo las cosas de la casa para atenderlo.

Así y todo, ella ha sido testigo de cosas que me han pasado, me ha visto llorar desconsoladamente y reír a carcajadas, sola o acompañada, quejarme por los sinsabores de la vida y del amor, ilusionada por un maternidad que finalmente no se concretó, y también me ha visto rogándole a Dios porque se haga mi voluntad.

En realidad no nos parecemos en nada, será por eso que nunca he concretado la intención de hablar con ella, no se si por vergüenza, por soberbia, o porque la siento demasiado lejana. Tal vez sea que lo que quiero es una amiga y no otra mamá. Pero, a veces me gustaría mirarla como lo hacen todos para poder descubrir la ternura en esa mirada melancólica.

Tal vez esta noche le diga buenas noches “Santa María, madre de Dios”.