Marcial, poeta latino español, decía. Creedme, decir vivir no es de sabios. Mañana es demasiado tarde; ¡ vive hoy ! Esta sentencia encierra como suposición lo que sigue; ¡ tempus fugit !. Nos alecciona en el sentido de aprovechar todos y cada uno de nuestros latidos.
Podemos entender el valor de este sabio consejo, si comparamos nuestras vidas con el plácido transcurso del tiempo pasado, sin parangón con el nuestro acelerado presente.
Es bien claro que, la posibilidad de realización personal lleva incluido, un concepto de tiempo alambicado y a la vez dilatante. Pero, en el universo interdependiente en el que vivimos, correr por correr, no tiene ninguno sentido; si no pilotamos un fórmula uno. El tiempo es ajeno a nuestro concepto de edad y vida; es el que es, no el que esperamos.
Aceleración es igual a desgaste y casi siempre a avería. Ritmo vital no significa velocidad punta, bien al contrario, significa velocidad de crucero. Nuestro motor es un motor de válvulas cardíacas, con escasas posibilidades de recambio.
Aprovechar el tiempo ha de interpretarse conscientemente, sin aceleraciones extremas, sin frenazos bruscos, para conseguir vivir con serenidad. Desear ignorar la inopia de la mayoría cotidiana, encaminada a un fin exclusivo sin tener en cuenta otras prioridades vitales, es el principal motivo del recorte de la certeza.
¡ Festina lente ! dijeron los antiguos. Detengámonos cada día, aunque sea unos minutos, para extraer, de los componentes de nuestra audacia, la realidad más pura. Evitemos correr en exceso, ese exceso recurrente que en lugar de avanzarnos el reloj, conseguirá detenerlo.
Nuestra vida es una novela con un ritmo y un tiempo, el número de páginas escritas, nunca llega a ser tan determinante. Si lo hacemos así, nuestros errores de precipitación serán reducidos, nuestra vida, en gran medida, se verá enriquecida. No vale la pena correr. Las autopistas suelen terminar en caminos desiertos. Un buen consejo. Daniel Auber ,dejó escrito: “ Envejecer es la única manera de vivir mucho tiempo”
Llegados a este punto y con el debido respeto, ruego al lector que se digne leer el epigrama confidencial, escrito por un escritor que casi nadie conoce: Robert Bores y Luís.
“ Nosotros somos las saetas exactas del tiempo de la esfera de nuestra vida que mueve el relojero más inteligente. “
Pero sabe, amigo lector, cual es el mejor consejo.? Corra poco, pero créame ; no se pare nunca. Y recuerde que, la tortuga con la lentitud de su tesón, avanzó a la liebre.
Robert Bores
28-11-1996
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