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Me acuerdo de esa tarde de otoño. El cielo tenía un color gris intenso que se reflejaba en la montaña, en cada mínimo rincón de esta se podía apreciar como el día señalaba la tormenta acompañada de soledad que se avecinaba. Nada podía hacer más que sentarme a esperar ser atacado por la triste y a la vez violenta naturaleza que amenaza con dejarme solo nuevamente dentro de ella. El cielo me lo decía tal cual era, ese gris se transformaba lentamente, oscureciéndose hasta llegar a ser un negro intenso.
Ya había olvidado cómo hacer para que se iluminen las calles que rodeaban mi ente. Cuando una persona es herida en lo más profundo de su ser, necesita algo muy especial para ser salvado de la tormenta, algo que calme el viento y pare las gotas de agua que golpean violentamente nuestras cabezas. Esa es la sensación que todos sentimos o alguna vez sentiremos en nuestras propias vidas. En ese momento fue cuando el destino entro en juego y comenzó a formar parte de mi vida. El es el que hace que esas cosas que a veces nos parecen imposibles, tal vez una simple fantasía, se hagan realidad.
Una noche después, cuando la tormenta ya se había calmado un poco y el cielo ya no era una mancha oscura que opacaba el pueblo, llegue a casa a las seis de la mañana después de una fiesta. Estaba muy cansado, me pesaban las piernas y se me cerraban los ojos. Me acosté en la cama, pero algo como una fuerza extraña no me permitió dormirme. Ahí fue donde el destino entro en juego. Fue la primera vez que logre un verdadero contacto con ella. En ese momento nuestras mentes se unieron y formaron un lazo que difícilmente se pueda romper. A pesar de que no hubo un encuentro en el mundo físico, si sucedió en el mundo de las ideas y los sentimientos. Aprendí que no hace falta estar al lado de una persona para entenderla, ayudarla o sufrir junto a ella. La charla no llegaba a un fin lógico, siempre surgía algo más que no me dejaba ir a dormir. Hay algo que me atrapa en una chica, su dulzura o simplemente la forma de decir las cosas. Desde el principio se notaba una particularidad en como expresaba sus sentimientos. Ese era un sueño realmente maravilloso. Nuestros corazones se hicieron una promesa, que se cuidarían en todo momento, sin importar la forma que tengan que adoptar para llegar a salvar al otro corazón que se encuentre herido.
Mis abrazos, que la tomaban por detrás con la mayor delicadeza y ternura eran la mayor demostración de amor que existía. Eran el sello de un pacto entre dos almas que sonriendo se miraban sin poder elegir su futuro ya que el destino ya había decido por ellas. Sonriendo se quedaron mirando hacia un lugar mas allá de ellos diciéndose las frases más tiernas que la persona más sensible del mundo se pueda imaginar. Con tal simpleza que podría sorprender a cualquiera que viva esos momentos. Porque no importa lo hermoso que suene lo que digas, siempre y cuando el que hable sea realmente tu corazón, el que pida a gritos ser amado y esté dispuesto a entregarse a este juego perfecto en tan pocos sentidos, el amor. El juego en el que de movida ya sabemos que se va a sufrir tanto como a disfrutar. Todo es parte de una maravillosa travesura que comparten esos dos corazones, que nos ayudan a pensar que es lo correcto para nosotros.
Mi cuerpo no sentía el calor ni veía la luz de un sentimiento tan profundo desde hace ya mucho tiempo.
Cada noche que pasaba era como una pieza de un gran rompecabezas. Cada una era especial y única. Diferente a todas las demás sobre todo porque cada vez más aumentaba el grado de cariño entre su corazón y el mío. Con el transcurso de las noches, estos sueños hacían crecer la incertidumbre, la esperanza y a la misma vez impaciencia de dos cuerpos que ya no aguantaban más sin poder estar juntos finalmente. Con una conexión mental que ya estaba marcada, lo único que faltaba era el momento esperado por ambas partes. El solo hecho de imaginarme despertar a su lado, mirándonos directamente a los ojos, ambos con una sonrisa tímida en la cara, los brazos entrelazados y que sientas que es el mejor estado en el que el cuerpo se puede encontrar y no se necesita ninguna explicación lógica para el hecho sino que ese estado de éxtasis de todo el organismo se presenta de forma natural.
A pesar de ese fuerte lazo, siempre hubo personas que intentaron romperlo, con desaliento y desacuerdo en este amor que no se presentaba de una manera típica a lo que el hombre común esta acostumbrado. Quizás era simplemente la envidia de unos cuantos que habiendo fracasado, no tenían mas remedio que expresar lo que ellos pensaban al respecto, tal vez sin mala intención. Pero el no poder medir las palabras puede lastimar. Sin embargo se salio adelante, casi ciegos a el exterior. Es lo que produce este estado de ánimo, una negación al mundo que nos rodea pero en el buen sentido de la palabra negación. Ya que quiere decir el centrarse en una sola persona, un solo corazón que siempre esta ahí.
Esa sensación es la esperanza que tienen dos almas de poder unirse y aunque pocos crean en el destino, a cada alma se le va a presentar la oportunidad de conocer a la otra que pueda ser su acompañante ideal, pero solo depende de uno mismo seguir adelante, luchar contra todas las adversidades que se presenten, como la distancia. Nada importa si tus emociones te llevan a hacerlo.
Pero a medida que pasaba el tiempo, no solo crecía el amor sino también la impaciencia. La pregunta era cuanto tiempo podrían aguantar en esta situación y el resultado final del choque, en donde los ojos intercambian sentimientos en solo segundos y ambos cuerpos se unen en pasión. Por suerte el final nunca lo podría escribir yo solo, es imposible adivinar o meterse en la cabeza del destino. Que se sepa, el nunca invito a nadie a sus juegos donde de alguna manera decide el futuro de la realidad en los humanos. Pero claro esta, que cada integrante del juego tiene su propia historia, complicación y sueño. Ese particular integrante es simplemente cada una de nuestras almas, que debe luchar con el destino en un juego que jamás acaba.
Mi juego hacia muy poco que había comenzado, y mi alma tenía la intención de pelear hasta lo último esta vez. No había nada que se interponga, estaba fuerte, entrenada. Y por sobre todas las cosas llena de amor. Había una única y clara inspiración para esto, era ella. Tal vez ella, a la que nunca voy a olvidar. La que demuestra belleza y simpleza en todo momento y la que puede transforma mi vida en el cielo o el infierno. Esa persona es la que mi alma no se puede sacar de adentro, de sus interiores.
Finalmente, ese momento tan esperado por mucho tiempo, aquel que me hizo sufrir pero a su vez creo tanta expectativa que pensaba en ello todo el tiempo y logro que mi cielo viera todos los colores que se puedan imaginar.
Ese día…

Texto agregado el 17-07-2008, y leído por 96 visitantes. (0 votos)


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